INFLACIÓN.
Podemos definir rápidamente la
Inflación como la perdida de la capacidad adquisitiva del dinero. Fundamentalmente este es un fenómeno
monetario, que resulta de la emisión de dinero inorgánico o de aumento
indiscriminado de precios como consecuencia de crisis sistémicas.
¿Cómo afecta esto al consumidor?
Simplemente, cada vez tiene menos dinero para comprar lo que necesita. Como se
dice con frecuencia, mientras la inflación sube por el ascensor, los sueldos
suben por la escalera.
En este momento, la inflación se ha
convertido en un problema para la mayoría de las economías a nivel mundial. Es
resultado de las crisis, como consecuencia de haber soportado una Pandemia
durante dos años, sumado a la guerra en Ucrania este año, resultado de la invasión
rusa, lo cual ha generado un problema en el suministro de combustibles fósiles,
sobre todo en Europa y USA.
Fruto de esta invasión se ha originado
una escasez en el mercado de hidrocarburos, cuyo resultado ha sido el aumento
de precio del barril de petróleo, derivando así en el aumento de todos los
combustibles. Producto de este incremento, los costos de transporte y energía
han subido, y los resultados han afectado al consumidor final.
Los bancos centrales han tenido que tomar
medidas, algunos más temprano que otros, como por ejemplo el ajuste de las
tasas de interés, para poder reducir el impacto de la inflación. Como todos los
mercados están interconectados, el mercado cambiario también ha tenido que
ajustarse, y hemos visto cómo por primera vez en muchos años, caer el euro por
debajo de la paridad del dólar.
Por supuesto, esto genera
consecuencias en todos los países afectados, sobre todo los que nunca habían
vivido este fenómeno. Ya hemos visto algunas acciones políticas que han resultado
en la destitución de primeros ministros, y a la crisis en otros países. Los
ciudadanos al ver afectado sus ingresos, y por supuesto, al no poder subir los
sueldos a la misma velocidad que la inflación, se verán tan afectados que
comenzarán a buscar salidas, entre las cuales pueden venir las crisis sociales
y económicas mucho más acentuadas.
También el problema de las migraciones
forzadas, como consecuencias de guerras y de regímenes totalitarios, está
pasando factura a los ciudadanos, ya que impacta la carga impositiva, como
consecuencia de los enormes gastos por parte de los países que los anfitriones.
Tenemos entonces un coctel explosivo, inflación mas aumento de carga
impositiva.
Lo interesante de esta situación es
que conduce a revisar una serie de decisiones económicas, políticas, sociales y
tecnológicas que definitivamente van a impactar el panorama de la economía en
los próximos años.
Hay una revolución social que se está
gestando a lo interno de la población, y que va a ser cada vez más evidente.
Desde hace varios años están trabajando en las organizaciones, y ahora tomando
el control, la generación de los llamados millenials, con una visión diferente
a la sociedad, de los llamados baby boomers. Este cambio se verá en el
compromiso que ellos tienen con las organizaciones y empresas, a los objetivos
de desarrollo sostenible, a las exigencias con sus empleadores, al tipo de
productos, a la responsabilidad social, etc. Tenemos una sociedad más diversa y
tolerante que definitivamente hará la diferencia en el futuro.
A nivel político, habrá cambios
también más temprano que tarde. Ya la clase política del pasado, los llamados
dinosaurios políticos, que creen en la invasión y la fuerza, tenderán a
desaparecer. Por supuesto, pueden quedar rezagos en espacios protegidos como
Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Siria, Irán, Rusia, etc., en donde amparados bajo el concepto de
la soberanía nacional y la fuerza, sus dirigentes castigan a los ciudadanos con
malas decisiones y continuos errores.
Esos viejos políticos, autodenominados mesías o padres de la patria, tarde
o temprano serán reemplazados, forzados por una visión más fresca y
competitiva, consecuencia de los cambios en las realidades política, social y
económica.
Desde el punto de vista tecnológico,
sin duda alguna, vamos por el canal rápido.
Los vehículos eléctricos serán cada vez más una realidad; las fuentes
alternativas de energía serán cada vez más necesarias. Inclusive la posibilidad
de retomar el uso de la energía nuclear en aquellos espacios en donde se habían
apagado los reactores, será un hecho. La globalización arrastra todas las
ineficiencias a su paso, convirtiendo al mercado en uno de mayor competencia y
más posibilidades. Aquellos países que cierren sus fronteras, estarán
condenando a la pobreza y a la miseria a su población. El internet existe y
funciona, y cada vez vamos a estar más cerca de las aplicaciones de la
inteligencia artificial que están en pleno desarrollo.
Los empresarios son los héroes de este
momento. Son los que se han atrevido, los que han visto las oportunidades y se han arriesgado, los que
conocen el mercado y están cambiando con él. Las empresas se han convertido,
por necesidad, en organizaciones eficientes que viven en riesgo constante de
desaparecer, si aparece alguna tecnología que no logren descifrar en un momento
dado. Como bien lo dijo Jeff Bezos, CEO de Amazon, “le tengo miedo no a las
empresas grandes, sino a los emprendedores que están creando nuevas
posibilidades y que están leyendo el mercado en este momento”. Tenemos que en estos años, las empresas
tecnológicas son las más grandes del mundo, desplazando a las viejas “Big
Blue”. Ni que decir de las nuevas iniciativas de todos los emprendedores en el
mundo, que sin importar de donde vengan y como resultado de la globalización,
serán capaces de impactar, sin duda alguna, a todo el mundo.
Venezuela merece quizás un artículo
aparte. El fenómeno de la inflación no es ajeno para nosotros. Es más, por una
u otra razón, tenemos más de 40 años viviendo en inflaciones continuas. Ninguno de los gobiernos ha sido capaz de
tomar medidas apropiadas y de tratar de resolverla. Apenas el amago de los
planes realizados en los años 89 y 90, y en la llamada Agenda Venezuela en el
año 94, trajeron como consecuencia algunos cambios. Ni que decir que a pesar de
los altos precios del petróleo y de la producción petrolera, durante la primera
década del siglo XXI, Venezuela fue afectada por una inflación implacable, a lo
largo de todos estos años consecuencia de la cantidad de dinero disponible en
el mercado, y de una corrupción jamás vista. La destrucción de la industria
petrolera, la caída del PIB desde el año 2014 en adelante, los controles de
precio, los problemas de los servicios básicos, nos llevaron a vivir en una
hiperinflación, que aún hoy no termina, a pesar de los pronósticos más
optimistas. En este momento, seguimos teniendo una elevada inflación mensual,
en muchos casos comparable a la peor inflación anual de cualquier país del
mundo. Algo importante es que esa combinación de caída del PIB e inflación,
generan ese fenómeno que se llama deflación, y que ha sido de tal magnitud que
el empobrecimiento de la población venezolana es inimaginable. Las empresas que
aún sobreviven, trabajan con menos del 30% de su capacidad instalada. Y menos
mal que es así, ya que la infraestructura de servicios sería incapaz de
soportar un crecimiento mayor.
El mercado petrolero y la crisis han
impactado recientemente en forma positiva las arcas de la nación, pero ya han
llegado al límite, como consecuencia de una producción petrolera limitada en el
orden de los 700.000 barriles al día (recordemos que en el año 2002 la
producción petrolera estaba en alrededor de 3.500.000 barriles diarios). Están
haciéndose esfuerzos desesperados por revivir asociaciones con empresas
extranjeras que tengan capacidad de inversión.
Está claro que ni PDVSA, ni el Gobierno venezolano, tienen capacidad
financiera y mucho menos la posibilidad de tener líneas de crédito para asumir el
compromiso de aumentar la oferta petrolera. Apenas este mes de Agosto 2022, la inflación
volvió a mostrar su peor cara, cuando como consecuencia de una devaluación
cercana al 50%, se impactaron de forma importante todos los precios.
¿Es imposible contener la inflación?
No lo es. Pero para hacerlo se requiere de una fuerte voluntad política y
económica. Mientras el objetivo de la
clase política sea permanecer en el poder, no va a haber voluntad económica
para resolver el problema. Podrán adornar las cifras, pero se requiere un
cambio en la mentalidad de los dirigentes para poder reconducir al país en la
dirección del crecimiento económico que Venezuela merece. ¿Qué hay una mejoría
económica? Ciertamente. Pero no es de todo el país, sino de una pequeña parte
del país. No es justo que exista en Venezuela un concesionario de vehículos de
alta gama, mientras ves a hombres, mujeres y niños, comer de la basura. Hay una
extrema desigualdad social resultado del pésimo manejo de la economía. Definitivamente
tenemos dos Venezuela, y los políticos y economistas lo saben. Y no es porque
tengamos problemas de migración forzada, todo lo contrario, ha habido una
fuerte emigración de talento venezolano, que como consecuencia, ha impactado a
todo el aparato económico nacional. Podemos decir que tenemos dos décadas
perdidas entre discursos populistas y victimizados. Todo ha sido una vulgar manipulación
mediática, que ha afectado gravemente al país.
Y como dije antes, los verdaderos
héroes de este proceso son los empresarios, que han resistido los embates de
las pésimas políticas económicas implementadas, y que aún hoy sobreviven con
optimismo, buscando como seguir trabajando con sus empresas, creando
oportunidades y desarrollando mercados. No ha sido fácil atravesar todas estas
crisis que nos ha tocado vivir. Pero hemos decidido hacerlo, enfocados en
mejorar nuestras condiciones de vida y las del ambiente que nos rodea. Cada vez
somos más conscientes del impacto social que tienen nuestras organizaciones, y
cómo ellas pueden ayudar a recortar la brecha que nos separa de las grandes
economías, invirtiendo en infraestructura, recursos, formación, nuevas tecnologías, etc. Retos tendremos siempre, sin duda alguna. El
mercado se está abriendo a pasos acelerados. Ojala el Estado entienda la
situación y se dedique a hacer su trabajo, que tiene que ver con garantizar una
infraestructura apropiada para generar un verdadero desarrollo económico
resultado de la generación de empleo y valor agregado de las empresas
venezolanas. La frontera con Colombia es una prueba de fuego para la economía
venezolana. Independientemente de las parcialidades políticas, la reanudación
del mercado comercial entre Venezuela y Colombia, es una oportunidad que producirá
presiones en el mercado nacional, originando fuertes competencias, entre
empresarios colombianos con presencia internacional, y empresarios venezolanos
con muchas limitaciones económicas. Sin embargo, creo que esto será un
aliciente, para que las empresas puedan prepararse, para la apertura a otros
mercados más ambiciosos, y continuar la experiencia de internacionalización
iniciada por empresas venezolanas con fuerte presencia durante los años 90, y
que hoy están generando resultados interesantes.
La única empresa venezolana en ir a
contracorriente en ese proceso de internacionalización fue PDVSA, y los
resultados están a la vista. Solo preguntémonos: ¿Cuáles serían nuestros ingresos hoy día, si mantuviéramos
presencia en USA y Europa, con la crisis actual? ¿Cual seria nuestra situación económica?
Soy un optimista
empedernido y creo que siempre hay soluciones y posibilidades. El reto está en
buscarlas y aprovecharlas al máximo. Confío en la habilidad y capacidad de los nuevos emprendedores y empresarios para salir al paso a esta crisis mundial.
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