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lunes, 20 de febrero de 2023

LA IMPORTANCIA DE SER RESILIENTE

 


LA IMPORTANCIA DE SER RESILIENTE.

 

Tomado de internet:

 

¿Qué entendemos por resiliencia?

 

La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras.

 

Podríamos agregar también situaciones estresantes del medio ambiente en el que te vives o te mueves.

 

De acuerdo con lo anterior, podemos entender la palabra Resiliencia de varias formas:

1.    El proceso de adaptarse ante ciertas situaciones.

2.    La capacidad de resistir ante distintos eventos.

3.    La capacidad de reinventarse y generar nuevas soluciones.

4.    La capacidad de responder ante situaciones de stress.

 

Esta capacidad o habilidad no solamente es en relación a nuestro entorno personal, sino que puede extenderse a nuestro entorno laboral.

 

Estas respuestas están relacionadas con nuestra capacidad de interpretar la realidad, y de buscar repuestas apropiadas en función de lo que sucede.

 


Si tenemos la habilidad de hacernos conscientes de nuestras interpretaciones, podremos reinterpretar la realidad de forma distinta, y seremos capaces de ubicar novedosas soluciones, que probablemente se alejan de nuestro ambiente conocido. En otras palabras, estas posibles soluciones están ubicadas fuera de nuestra zona de confort.

 

Por ejemplo, ante un evento como la Pandemia, tuvimos que desarrollar nuevas respuestas, ya que era un evento inédito para todos nosotros. Cada uno, enfrentó la situación de la mejor manera posible, y pudo dar sus propias respuestas. Obviamente ante una situación desconocida como era ese evento, existían muchos miedos, ya que ignorábamos lo que podía suceder. Sin embargo, las respuestas de las personas fueron completamente distintas, basadas por supuesto en sus propios aprendizajes, y se generaron infinidad de soluciones. En un evento que amenazaba a la humanidad, de diferentes maneras se generaron distintas respuestas, desde la vacunación, evitar el contacto con otras personas, reinventar la forma de trabajar y de reunirse, etc.

 

Luego de esa situación, se generaron otras respuestas, resultado de los cambios a consecuencia de la situación de Pandemia, y como resultado del conflicto entre Ucrania y Rusia. 

 

Y hablamos en términos de eventos universales que nos han afectado a todos, de una u otra forma. Aunque las respuestas han sido completamente diferentes para cada uno, hemos buscado la forma de responder ante dichas situaciones con la intención de poder superarlas.

 

¿Es conveniente desarrollar resiliencia?

 

Podemos decir que hoy día, la resiliencia es una habilidad. Es una respuesta ante lo que nos sucede. Y a pesar de que sabemos que lo que pasa cambiará en algún momento, la forma de enfrentarlo es lo que nos hace resilientes. Hoy conversaba con una amiga que está enfrentando una situación particular de salud, y ella justamente mencionaba cómo estaba trabajando su resiliencia para vencer el miedo y seguir adelante con su vida.

 

¿Es fácil ser resiliente?

 

No es fácil. Tenemos que enfrentar a nuestros miedos. Eso nunca es fácil. Las respuestas habituales ante el miedo son huir o paralizarse. No es sencillo. Nuestros miedos nos enfrentan con fantasmas profundos, juicios y creencias que viven en nuestro interior. Nos obliga a encarar nuestra vulnerabilidad; nos hace sentir frágiles. En ese momento, debemos conectarnos con el presente, entender que aquellos viejos aprendizajes fueron útiles hasta este momento, pero ahora necesitamos cambiar. Surge entonces la pregunta:

 

¿Qué podemos hacer con lo que tenemos?

 

Probablemente nos veremos obligados a cambiar nuestro estilo de vida.  La manera como vemos e interpretamos lo que sucede. Darnos cuenta de que no tenemos la verdad en las manos. Esto amplía el horizonte de probables soluciones y nos ayuda a ver nuevas posibilidades.

 


Para conseguir soluciones más resilientes deberíamos asumir con humildad las situaciones que enfrentamos, abrazarlas para asimilar la experiencia que nos toca vivir, y buscar en el presente las mejores alternativas que dispongamos, de acuerdo con nuestro conocimiento y nivel de evolución. Vivir esos momentos en un estado de plena consciencia.

 

PREGUNTAS:

·         ¿Cómo reaccionas ante esas situaciones que te obligan a reinventarte?

·         ¿Cuáles son tus mayores miedos?

·         ¿Cómo haces para enfrentarlos?

 

CONTACTO:

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domingo, 19 de febrero de 2023

RESILIENCIA

 


LA MARAVILLOSA RESILIENCIA DEL VENEZOLANO.

 

La palabra Resiliencia tiene para nosotros los venezolanos un significado especial.  Yo diría que somos una de las naciones más resilientes del mundo, aunque usted no lo crea.

 

Muchos somos parte de una generación que creció en democracia. La mayoría de nosotros andamos entres los 50 y los 70 años, y nacimos cuando cae la última dictadura que se había instalado en Venezuela en el siglo pasado.  Crecimos con optimismo, en un país pujante, lleno de oportunidades que, a pesar de los problemas, pudo crecer de forma constante a lo largo de 40 años de democracia. 

 

¿Había problemas en esa época?

 

Por supuesto que los había.  Había una corrupción en ciernes, que se había generado durante el primer mandato de Carlos Andrés Pérez, resultado de la riqueza súbita consecuencia de la nacionalización petrolera.  Se acentuó el gusanillo de la corrupción en los periodos de Herrera y Lusinchi, y empezábamos a conocer la inflación galopante, a principios de los 80 con aquel recordado viernes negro (18/02/1983), que generó por supuesto las alcabalas de Recadi y otras, que procrearon los negocios a la sombra del poder. La famosa excusa del control de cambio necesario para evitar que las divisas salieran del país, resultado de la desconfianza de los inversionistas, como consecuencia de las pésimas políticas macroeconómicas adelantadas por los gobiernos de turno. ¿Cuántas veces hemos escuchado el mismo discurso? La economía pasó por momentos duros a finales del periodo Lusinchi, cuando tuvimos una fuerte caída en el PIB, resultado de la inacción del gobierno, a la espera de un nuevo rumbo.

 

Entonces gano las elecciones Carlos Andrés Pérez, quien en su segundo mandato, aparece con un Plan Macroeconómico bastante completo y moderno para su época, diseñado por un grupo de economistas venezolanos, que estuvo lleno de desconfianzas y algunos rechazos.  Y es justo decir que esos rechazos, en parte eran de las elites económicas y políticas, quienes no estaban muy a gusto con tener que trabajar y competir, acostumbrados como estaban a una economía cerrada y local que venía desde los años 60, amén de los políticos de turno que sentían que perdían su pequeñas zonas feudales. Tuvimos entonces aquel famoso “caracazo”, supuestamente consecuencia del alza del precio de la gasolina, y de los problemas sociales acumulados de los periodos anteriores. Sin embargo, se pudo seguir avanzando y para sorpresa de muchos, el país comenzó rápidamente a salir de la crisis y a crecer el PIB en valores cercanos al 10% con una divisa que se movía bajo el esquema del crawling peg, es decir, de devaluaciones ajustadas por la oferta y la demanda del mercado, siendo la compra venta de moneda extranjera completamente abierta.

 

Por primera vez, se trató de modernizar la economía, tratando de llevarla a un esquema de mercado, lo cual implicaba una serie de ajustes en todos los niveles, social, político, económico, y se puede decir, que luego de que algunos de los factores entendieron el diseño del plan, apoyaron la idea.  Es justo mencionar que fue el único periodo, luego de la caída de la dictadura, en donde se trabajó con miras a un crecimiento orgánico sostenido, diseñado de adentro hacia afuera, eliminando los lastres que cargaba el estado y que lo hacían completamente ineficiente. Se puede decir que Carlos Andrés Pérez tuvo la visión de una Venezuela diferente, se comportó como un moderno estadista, viendo mucho más allá del siglo XX. Lamentablemente, al no comunicarlo apropiadamente, cayó en las mezquinas manos de los aprovechadores de oficio, quienes se encargaron de mantener el status quo y seguir gobernando como en el pasado.  

 

Uno de los objetivos del Plan era la reducción del tamaño del estado y la privatización de empresas venezolanas, lo cual generó un flujo de caja que permitió equilibrar la oferta y demanda de divisas en aquel momento.

 

En aquel momento, la industria petrolera estaba en franco crecimiento, y además nuestra economía gozaba de buena salud, con un sistema financiero robusto y un tejido industrial en crecimiento.

 

Entonces, en el año 92, llegó el golpe de estado, resultado de un grupo disidente de las fuerzas armadas, que trajo como consecuencia, el pase de factura, de grupos económicos y políticos, a las medidas llamadas “neoliberales” de El Gran Viraje, de Carlos Andrés Pérez y su grupo de Tecnócratas. Aun hoy, la palabra neoliberal goza de mala fama a nivel nacional, porque es empleada con la finalidad de culpar a otros, de los males generados por el grupo de políticos que tuvieron miedo de creer en una nueva Venezuela.

 


Visto a la distancia, ese Plan Macroeconómico, era demasiado progresista para la sociedad de aquella época, al punto de que sectores reaccionarios aprovecharon la situación para sabotear la modernización de la economía venezolana y regresar prácticamente a principios de siglo, con planes de conucos y gallineros verticales, además de la ruta de la empanada.

 

Los años posteriores a la salida de Carlos Andrés Pérez del poder, y el gobierno gris de Rafael Caldera, fueron, por decir lo menos realmente complacientes y temerosos de su estabilidad. Ciertamente, luego de esto, un sector militar se volvió a apoderar del poder, haciendo de las suyas en los siguientes 24 años.

 

A estas alturas, podríamos decir que todo lo que ha sucedido en Venezuela en estos últimos años, ha sido siguiendo las instrucciones de librito, para apoderarse y destruir un país en pocos pasos.  Los resultados económicos nunca habían sido tan malos en un país que dispone de las más elevadas reservas de petróleo del mundo, y que seguirá así, ya que el mundo en 25 años ha cambiado, y se está orientando a nuevos tipos de combustibles más ecológicos.

 

Por otro lado, parte del objetivo fue la destrucción de la clase media venezolana, llevándola a niveles de pobreza nunca vistos.  Tenemos personas que a pesar de haber contribuido durante toda su vida al pago de sus pensiones de retiro, hoy apenas devengan unos $6 mensuales como resultado de su pensión. Algo increíble, si pensamos que antes de este gobierno, el salario mínimo así como la pensión estaban en el orden de $350. Realmente el pago de esas pensiones se convirtió en una gran estafa, que ya ha sido suficientemente documentada.

 

Tenemos casi 20 años de control de cambios y de inamovilidad laboral. Ambos, son simples saludos a la bandera. En el caso de CADIVI, sabemos lo que sucedió y las riquezas que se generaron como consecuencia de esa medida de control de cambio.  Y en el caso de la inamovilidad laboral, quién quiere trabajar para ganar un salario de $6 al mes, además de haber perdido el valor de sus prestaciones, como consecuencia de la hiperinflación que aun azota a nuestro país.

 


Todo esto sin hablar del entramado de corrupción que ha dilapidado más de $1.000 millones de $ en 20 años, produciendo fortunas resultado del entramado de corrupción más aberrante que ha conocido país alguno.  Por supuesto, luego de esos niveles de desastre, como venezolanos hemos tenido que aguantar escasez de productos de primera necesidad, pésimos servicios como la electricidad, telefonía, agua, gasolina, etc.  Se destrozó la industria que producía el dinero en el país que era la industria petrolera, convirtiendo una empresa que estaba entre las cinco mejores del mundo en una compañía de cuarta categoría, sin capacidad de crecimiento y sin posibilidades de ayudar a la economía del país.  Una hiperinflación que mostró su cara más dura en los años 2017 y 2018, pero que aún sigue vigente. Un apagón nacional inédito que mostró las debilidades del sistema eléctrico nacional. Una situación de pandemia que se trató como un mecanismo de control de movilidad, para tapar las deficiencias del sistema de salud, que por supuesto condujo a una enorme caída de la economía, y pare usted de contar. Una migración que va por el orden de los 6 millones de migrantes, llevándose la fuerza entrenada y trabajadora del país, a buscar mejores oportunidades en el exterior, y salir de un país prácticamente quebrado como consecuencia de las pésimas políticas económicas.

 

Y a pesar de todo esto, los venezolanos seguimos trabajando y creyendo en las posibilidades que ofrece este país.

 

Hace dos años, al gobierno no le quedó otra salida que abrir el mercado de importación y ayudar con la disminución de aranceles para evitar las consecuencias de una nueva ronda de escasez. Esto creó cierto optimismo, y factores económicos comenzaron a realizar importaciones y con ello, movilizar la economía.

 

Por otro lado, el gobierno ante la imposibilidad de controlar la inflación y luego de 3 ajustes de la moneda nacional en menos de diez años (pasando el bolívar a ser bolívar fuerte, luego soberano y ahora digital, con sus respectivos ajustes), decidió mirar para otro lado y permitir la dolarización de facto de la economía nacional. Luego de tres años podemos decir que la economía está completamente dolarizada, tanto a nivel privado como a nivel público. Todo se cotiza en moneda extranjera y se paga en bolívares a la tasa del día fijada por el banco Central de Venezuela. Esto obligó a los venezolanos a aprender a trabajar tanto con la inflación, como con los continuos cambios, ajustes y devaluaciones de la moneda y a buscar maneras de generar ingresos o valor.

 

Los emprendimientos en Venezuela siguen surgiendo. Como siempre menciono, es necesario ser optimista aún en los peores escenarios.  No hay nada claro en la economía, seguimos sin seguridad jurídica, de hecho no existe ningún plan que te pueda poner a pensar en una posible recuperación de la economía.  Por ahora, lo único que se ajusta es la tasa de cambio para tratar de controlar la inflación. Por supuesto, la voracidad fiscal no tiene límites. Cada organismo público cobra lo que le parece, de acuerdo a tarifas que mantienen los servicios públicos a niveles exagerados. Cuando decimos que un pasaporte nuevo vale $200, y la renovación de uno existente vale $100, están cobrando por ese servicio, por encima de muchos países del mundo.  Y cuando no te recargan el servicio, lo pagas en calidad de servicio, muchas veces realmente pésima. Basta con mirar el servicio de agua y de electricidad en la mayoría de los estados del país. Pero insisto, los venezolanos seguimos resilientes, ingeniando nuevos mecanismos que nos permitan sortear la situación. Por ejemplo, sistemas de hidroneumáticos y generadores de electricidad, en negocios y apartamentos.

 

Lo que sí está claro es que a la nueva generación de venezolanos, no les importa la política. Y las generaciones existentes, hace rato que dejaron de creer en ella, ya que nos dimos cuenta de que a los políticos no les interesan los ciudadanos, sean estos del signo que sean.

 

El mundo está cambiando a velocidades aceleradas, y si bien en el siglo pasado Venezuela estaba moviéndose hacia el desarrollo, hoy nos hemos bajado de esa nube, y estamos en la cola de los países que aspiran el desarrollo. En muchos casos nos comparamos con países como Cuba y Haití que son de los más atrasados de este continente.

 

En conclusión, tenemos un país dolarizado de facto; con un tejido industrial destruido, basado en importaciones, con una extrema desigualdad social, elevada pobreza, con un salario mínimo que es un saludo a la bandera, con prestaciones sociales embargadas por la hiperinflación, sin sistema de seguridad social, con servicios de salud pública en su peor estado, con una educación cada vez más paupérrima, con un sistema bancario bastante reducido, con pésimos servicios públicos tales como electricidad, vialidad, telefonía, etc., con una corrupción campante, y finalmente una industria petrolera completamente rezagada, a las necesidades del país y del momento económico que vive el mundo.

 


Y aun así, seguimos creyendo en este país.  Seguimos siendo resilientes.  Nuestra gente, nuestros gerentes han sido entrenados gracias a estas duras experiencias a sobrevivir aun en las peores condiciones.  Si existen en nuestro país, personas o  grupos económicos serios y empresas de calidad, sin duda pueden competir en cualquier lugar del mundo sin temor al fracaso. Podemos decir con confianza, de Venezuela para el mundo. 

 

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