LA INTERPRETACIÓN ERRÓNEA.
Los hechos simplemente suceden. Las interacciones,
choques, intercambios de energía se dan en el Universo de forma continua. Son parte de la realidad.
Sin embargo, la interpretación de lo
que sucede es muy particular, y tiene que ver con la forma como hemos entendido
la vida.
Vivimos en una matrix o en una obra
de teatro, en donde somos actores que representamos diversos papeles, en los
cuales nos creemos o contamos historias. Estas historias tiene que ver con la forma
como entendemos el mundo, o con el modelo de realidad que hemos creado. Es por esa razón que entendemos la vida de
forma tan particular.
Por otro lado, creemos la historia
que nos contamos, todo lo que sucede en ella, confirma la forma como entendemos
el mundo, sin que esto signifique que esa interpretación es correcta. Solo estamos
explicando lo que vemos de la forma como pensamos que debe ser, no de la manera
que realmente es.
Esto conduce a que muchas de
nuestras interpretaciones sean completamente parcializadas, es decir, estén
apegadas a juicios, creencias, pensamientos, condicionamientos, patrones, etc.,
que hemos aprendido. Y no solo eso, sino que, como todo lo que pensamos se
convierte automáticamente en verdad, todos esos pensamientos se confirman, afirmando
que la vida es como la entendemos. En ningún caso, significa que nuestros
pensamientos son ciertos, sino simplemente, una forma de analizar lo que sucede.
Al finalizar la obra de teatro,
entendemos que no pasó nada. Simplemente estábamos transitando una ilusión, que
nos hacía pensar que había buenos y malos en la obra, que generaban en nosotros
emociones encontradas. Al finalizar la
obra, vemos que todo sigue igual, a pesar de que sigamos manteniendo dentro de
nosotros esas emociones.
Eso también sucede cuando nos
empeñamos en mantener nuestra emocionalidad activa, sin comprender que nada de
lo que pensamos que sucedió realmente sucedió. Cuando afrontamos ese hecho,
somos capaces de pasar la página, y seguir adelante con nuestra vida, tratando
de llevar una vida plena, en paz con nosotros mismos.
Una de las herramientas que
utilizamos para resolver esos conflictos es el perdón, y una herramienta más
poderosa aún, es la expiación. Tratemos de
explicarlas.
El perdón consiste en intuir que
aquello que suponemos que ocurrió realmente no pasó tal como lo
entendimos. Visto de otra manera, lo que
creemos que nos hizo daño fue una interpretación particular de nuestra
realidad, que realmente nunca ocurrió. Desde
el punto de vista de la ontología del lenguaje decimos:
1. Te perdono.
2. Te pido perdón.
3. Me perdono.
Esos tres elementos encierran un amplio
espectro de interpretaciones. Te perdono, porque lo que creí que habías hecho,
fue solo mi mirada personal. Te pido perdón,
porque lo que hice o la respuesta que recibí, ante lo que sentí que sucedía fue
resultado de mi forma de ver el mundo. Me
perdono, porque realmente no he hecho nada, soy un ser en paz, cuyas reacciones
son resultado de mi manera particular de entender la vida.
La expiación es aún más poderosa, y
encierra una enseñanza más amplia. El mecanismo de la expiación dice que nada
de lo que creemos que sucedió en nuestra vida fue tal como lo interpretamos. Todo
lo que sucede está bien. Sin darnos
cuenta, atraemos aquello en lo cual vibramos, es decir, resonamos con aquellos
que vibran en nuestra frecuencia. Eso hace que atraigamos hacia nosotros
situaciones, que vienen a enseñarnos aquello que estamos deseando o necesitando
aprender.
Todo lo que ocurre es porque lo
hemos atraído de alguna forma. Nuestra experiencia
en esta dimensión, tiene que ver con aquellos aprendizajes que queremos vivir
para poder evolucionar como seres humanos. Si eso es así, cada situación que acontece en
nuestra vida es justo aquello que necesitamos para desarrollarnos. Por lo
tanto, no existe nada que perdonar, ya que todo ha sido creado a la perfección
para generar nuestro aprendizaje.
Resulta complicado entenderlo. Ciertamente.
Quizás una de las conclusiones más importantes es que lo que sucede, no es
resultado de la causalidad, sino de la casualidad, en un sentido más amplio. Es decir, todo se produce porque existe una sincronía
perfecta en el Universo, que genera todos aquellos eventos que necesitamos experimentar. Ocurren unos tras otros, sin darnos cuenta de
estamos creando nuestra realidad.
No podemos buscar el origen de los
que pasa en situaciones que ocurrieron hace poco, hace breves instantes de
tiempo. Es posible que estos hechos se iniciaran desde hace mucho más tiempo, y
estemos oscilando en frecuencias que nos llevan justamente al presente que
estamos viviendo hoy día. Finalmente, esto
nos lleva a concluir, que si queremos algo diferente, tenemos que empezar a vibrar
de forma distinta, ya que todo aquello que pensamos, aquello en lo que resonamos,
lo estamos creando.
La causalidad es un concepto tomado
de la mecánica clásica. Nuestro pensamiento
colectivo adopta formas de ver la realidad acordes con el nivel del razonamiento
del momento. Un ejemplo de esto es la causalidad, resultado de la Ley de Acción
y Reacción, o 3ra Ley de Newton. Sin duda,
el pensamiento colectivo ha sido impactado por esta Ley, de donde asumimos que
todo sucede por una razón, que tiene que ver con alguna acción pasada. Involucramos
acción y tiempo, independiente del observador.
También se le conoce como la ley del Karma. Pero, nuestra interconexión con otros seres
es realmente tan intrincada, que posiblemente lo que nos ocurre en este momento,
tiene que ver con lo que sucede del otro lado del Universo, aunque queramos
identificar con algo que creemos está frente a nosotros. Realmente no sabemos cómo ocurre lo que
sucede; solo vemos los resultados. Las interacciones y posibilidades son
infinitas.
Otra mirada nos la entrega Carl Jung,
quien propuso la idea de la sincronía, que tiene que ver con la forma como se
producen las cosas, y nos explicaba que todo sucedía, porque existe una conexión
de los sucesos en el espacio-tiempo, además, y aquí la innovación, que también depende
de los estados subjetivos (psíquicos) del observador u observadores. En este caso, lo que acontece tiene que ver
no solo con la realidad física, sino también con la dimensión de la psique del
observador en ese momento. Es una interpretación
desafiante a lo que conocemos de Newton, muy de la mano de la mecánica cuántica,
que nos indica que el observador tiene el poder de cambiar la realidad. Si eso es así, somos capaces de crear y
cambiar lo que estamos viviendo justo ahora.
El tiempo absoluto tomado como otro
concepto clásico. Algunos entienden el
tiempo como algo ajeno a sí mismos, como incontrolable. Sin embargo nosotros
somos el tiempo. De hecho, el tiempo no existe. Es un constructo mental creado
para medir el cambio. Y para hacerlo
tomamos fenómenos de referencia, tales como la rotación de la tierra o la
distancia a otros astros. El espacio-tiempo, define el presente. Solo existimos
en el aquí y el ahora. No existe otro momento.
Por tanto, todo aquello que recordamos solo existe en nuestra mente, al
igual que todo aquello que imaginamos. ¿Puedes moverte entre líneas de tiempo?
Probablemente sí. Eso implica que puedes
cambiar la realidad que miras, si cambias tu manera de pensar, con lo cual estarías
afectando al tiempo, y la forma como lo ves. Ampliando la manera de ver lo que sucede,
generamos más posibilidades de crear otra realidad.
Y no olvidemos de las emociones
involucradas. Nada de lo que sucede
fuera de ti puede hacerte daño. Lo único que puede hacerte daño son tus propios
pensamientos. Eso significa que es
aquello que pensamos o creemos, lo que realmente nos afecta. No lo que
realmente ocurre. Sentimos que lo que
nos amenaza, nos parece injusto, nos genera tristeza, asco, repulsión, vergüenza,
culpa, frustración, etc., esta generado desde afuera, cuando realmente lo
percibimos desde adentro. Nadie siente
nada de lo que tú sientes, ya solo puedes sentirlo tú mismo, que eres quien lo
está creando. La otra parte ni siquiera
se entera. Por tanto, esa amenaza, esas emociones, esa rabia, tristeza, depresión,
culpa, emoción, solo existe en tu cabeza, no en la del otro. Como dice Buda,
cuando quieres hacerle daño al otro, al único a quién se los haces, es a ti
mismo.
Entonces, esas emociones que
sentimos, vivimos, disfrutamos, son resultado de nuestros pensamientos y de cómo
interpretamos la realidad. Tanto si son agradables como si no. Tanto si nos
empoderan como si no lo hacen. Podemos
cambiar nuestra percepción y sensación de lo que acontece, si entendemos el significado
de nuestros pensamientos o juicios, y les damos la interpretación apropiada. Nos
ayudaría soltar emociones que tenemos que alimentar constantemente para
mantener activas. Y ese consumo
energético, tarde o temprano, afectará nuestro cuerpo, simplemente, porque las
emociones consumen parte de la energía que mantenernos con la salud y el
bienestar apropiado.
Podemos preguntarnos: ¿Cómo hacemos?
¿Cómo podemos cambiar nuestro estado emocional a uno más amplio y con más
posibilidades? Existen varias maneras, individuales y colectivas. Una de las más
sencillas que puedo recomendar, es tener una conversación estructurada con un
coach que pueda ofrecerte su mirada de lo que estás viviendo, y entregarte herramientas
para que te hagas cargo de tu propia situación. Esto generará en ti el poder de
cambiar, y de hacerlo a la velocidad que te parezca adecuada. La responsabilidad del cambio está en tus
manos; solo depende de ti.
¿Qué esperas?
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