¿Cuál es tu IKIGAI?
Según los
japoneses, todo el mundo tiene un IKIGAI, un motivo para existir. Algunos lo
han encontrado y son conscientes de su IKIGAI; otros lo llevan dentro, pero
todavía lo están buscando. Este es uno de los secretos para una vida larga,
joven y feliz como la que llevan los habitantes de Okinawa, la isla con la
población más longeva del mundo.
Algunas
ideas que pueden ayudarte a encontrar tu IKIGAI. Solo trata de ponerlas en práctica.
1. Mantente siempre activo, nunca te retires.
Quien
abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de su vida. Por eso,
incluso después de haber terminado la vida laboral «oficial», es importante
seguir haciendo cosas de valor, avanzando, aportando belleza o utilidad a los
demás, ayudando y dando forma a nuestro pequeño mundo.
2. Tómatelo con calma.
Las
prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Como dice un viejo
proverbio: «Caminando despacio se llega lejos». Cuando dejamos atrás las
urgencias, el tiempo y la vida adquieren un nuevo significado.
3. No comas hasta llenarte.
También
en la alimentación para una vida larga, «menos es más». Según la ley del 80%,
para preservar la salud mucho tiempo, en lugar de atiborrarse hay que comer un
poco menos del hambre que tenemos.
4. Rodéate de buenos amigos.
Son el
mejor elixir para disolver las preocupaciones con una buena charla, contar y
escuchar anécdotas que aligeren la existencia, pedir consejo, divertirnos
juntos, compartir, soñar... En suma, vivir.
5. Ponte en forma para tu próximo cumpleaños.
El agua
se mueve, fluye fresca y no se estanca. Del mismo modo, tu vehículo para la
vida necesita un poco de mantenimiento diario para que pueda durar muchos años.
Además, el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad.
6. Sonríe.
Una
actitud afable hace amigos y relaja a la propia persona. Está bien darse cuenta
de las cosas que están mal, pero no hay que olvidar el privilegio de estar aquí
y ahora en este mundo lleno de posibilidades.
7. Reconecta con la naturaleza.
Aunque la
mayoría de seres humanos vivan en ciudades, estamos hechos para fundirnos con la
naturaleza. Necesitamos regularmente volver a ella para cargar las pilas del
alma.
8. Da las gracias.
A tus
antepasados, a la naturaleza que te provee aire y alimento, a tus compañeros de
vida, a todo lo que ilumina tu día a día y te hace sentir dichoso de estar
vivo. Dedica un momento del día a dar las gracias y aumentarás tu caudal de
felicidad.
9. Vive el momento.
Deja de
lamentarte por el pasado y de temer el futuro. Todo lo que tienes es el día de
hoy. Dale el mejor uso posible para que merezca ser recordado.
10. Sigue tu IKIGAI.
Dentro de
ti hay una pasión, un talento único que da sentido a tus días y te empuja a dar
lo mejor de ti mismo hasta el final. Si no lo has encontrado aún, como decía
Viktor Frankl, tu próxima misión será encontrarlo.
11. Deja de ser la Victima.
Conéctate
con tu Ser superior, con tu mayor vibración, vive y disfruta el momento. Deja
el victimismo. Si algo no se dio, agradece porque no se dio. Si en cambio, si
se dio, entonces agradece que si se dio.
Disfruta lo que sucede sin hacer críticas innecesarias.
12. Deja de criticar.
Te
conecta con el victimismo. El victimismo hace que tú no seas el dueño de tu
vida. Es decir, la victima siempre pone su vida en manos de otro, al que
responsabiliza de lo que le sucede. Si tienes capacidad de decidir, y fundamentalmente
esa capacidad tiene que ver con lo que aceptas o no de lo que te sucede,
entonces, decide cambiar aquello que puedas y aceptar, aquello que no puedas
cambiar. Es simple. De esa manera, no perderás el tiempo quejándote de aquello
que te sucedió y que de acuerdo contigo no pudiste hacer nada para resolver. Si
sucedió de esa manera, es que de alguna forma no estabas conectado con esa
situación, y estabas conectado con que no sucediera.
Aprende
que tu vibración te conecta con aquello que vibra en tu propia frecuencia. Es
decir, si vibras en paz y armonía, recibirás paz y armonía, porque hacia allá
se orienta tu vibración. Si en cambio vibras en rabia y celos, te conectaras
con esas vibraciones negativas, que bajaran tu frecuencia y te harán sentirte mal
contigo mismo. Recuerda todo lo que es
tuyo vuelve a ti, y de hecho vuelve a ti multiplicado.
No te
olvides que el mundo que tú ves es la proyección que tú haces desde tus propios
juicios y creencias. Nunca vas a ver lo que el otro cree, sino lo que tú crees
representado en el otro. Si crees que el otro es bueno, lo será. Si no lo
crees, será lo que tú quieras creer que es.
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