Se terminó la Luna de Miel de la Economía Venezolana.
Como era de esperarse, y como consecuencia de las medidas unilaterales del gobierno en relación a la economía, ésta ha demostrado su mayor debilidad en los últimos meses del año 2022. Luego de tener una tasa de cambio relativamente bajo control durante casi todo el año 2022; el último trimestre del año mostró la cara más dura de la verdadera situación.
Sabemos que la debilidad de la unidad
monetaria venezolana tiene una serie de factores, relacionados con la ausencia
de una clara política económica, con la que se viene manejando el Estado desde
hace varios años. Los resultados están a
la vista, una brutal caída en el PIB y un empobrecimiento de la sociedad
venezolana, generando niveles de desigualdad jamás vistos.
Ante la campaña manejada con
influencers en donde se dice que “Venezuela se arregló”, aparece una realidad
mucho más dura. Son los elevados niveles de pobreza a los que se sometió a la población
venezolana, comenzando por todos los pensionados, a los cuales se les paga un mísero
bono de $7,43 mensuales (al precio de cierre de la Tasa de Cambio en diciembre
2022), pretendiendo así llevar a la desaparición de esos adultos mayores a la
brevedad. Con una canasta básica del
orden de $450 por familia, harían falta más de 61 pagos de pensión para cubrir
las necesidades del grupo familiar. ¿Qué nos indica esta situación? Pues simplemente
que al Gobierno no le interesa ni la salud ni el beneficio de ese grupo
poblacional que depende de dicho ingreso mensual, resultado, en muchos casos de
sus cotizaciones canceladas a un desaparecido IVSS (Instituto Venezolano de los
Seguros Sociales), donde los únicos beneficiados fueron sus directores, quienes
se retiraron con millonarias sumas de dinero para hacer vida allende esta
tierra, y por supuesto no rendir cuentas al país.
Y ese mismo monto, $7,43 mensual, en
otras palabras $0,25 diario, corresponde al salario mínimo, con lo que se
pretende que un trabajador sobreviva, él y su familia, y adicionalmente se
traslade a los lugares de trabajo. Demás
está decir que esto es imposible. En el
gobierno vemos un marcado ausentismo laboral de parte de los trabajadores que
aún laboran para la administración pública, y desde el lado privado, se
mantiene al trabajador con bonificaciones y pagos especiales que superan con
creces este salario mínimo, que vino a constituirse en un verdadero saludo a la
bandera.
Para evitar la desbandada de los
trabajadores públicos, les siguen entregando una serie de subsidios que les
otorga el Gobierno, como son las bolsas de comida y uno que otro bono que les adjudican
ocasionalmente. Adicionalmente, el Gobierno
le regala a ciertos grupos específicos de la población, y eso para que no hagan
mucho ruido, litros y litros de gasolina, que por supuesto negocian a otros
precios como una forma de mejorar su sustento.
Resultado final, mas trueque y corrupción.
Estos son algunos de los
desequilibrios que sigue mostrando la economía venezolana: nominas fantasmas,
empresas e instituciones públicas quebradas, subsidios sin sentido ni control,
servicios públicos de pésima calidad, etc. ¿Cómo podemos esperar que la situación
económica mejore?
Ya lo hemos dicho anteriormente. Hasta
que no se establezca una clara política económica que realmente enrumbe la situación,
seguiremos dando tumbos en diferentes direcciones. Al gobierno le gusta la
frase de aquel sabio filosofo: “Como vaya viniendo vamos viendo”. No hace falta
ser adivino para pronosticar que dentro de poco vendrá un nuevo aumento de
salario mínimo, que volverá a establecer el equivalente en Bolívares de $30 dólares,
para el mismo. Sin embargo, como siempre, será una ilusión de bienestar que
durara unos cuantos días, hasta que el Estado, con su enorme maquinaria lo
convierta en otro saludo a la bandera.
No se pueden resolver los terribles desequilibrios de la economía,
tomando medidas puntuales y sin sentido.
Se necesitan medidas integrales que generen un verdadero quiebre que
produzca el resultado esperado. Mientras tanto, lo que tendremos serán pañitos
de agua caliente que benefician al gobierno y a sus aliados, para seguir
haciendo con el país lo que a ellos les provoque.
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