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viernes, 1 de julio de 2022

DESPEDIDA BAJO LOS MANGOS

 




DESPEDIDA BAJO LOS MANGOS

 

Cuando Aurora se despidió de su hermana en el puerto de Gijón sabía que pasarían muchos años antes de volver a verla. Mientras agitaba el pañuelo frente al inmenso barco con rumbo a Caracas, un sentimiento difuso de vacío le hizo comprender que aquello no era un simple adiós, que los ojos aguados por la incertidumbre de la separación tardarían años, probablemente décadas, en volver a ver la imagen de su pequeña Filo. “Quizá cuando vuelva a verla –pensó Aurora en ese momento-, nuestros cabellos sean tan blancos como los de la abuela.”

 

En aquellos años una carretera tortuosa de apenas veinte kilómetros separaba el puerto de su casa. A pesar de esta distancia, el trayecto de regreso le pareció eterno. En cada parada se bajaban y subían pasajeros a los que miraba con acusación por retrasar la llegada a su casa. Ella ansiaba llegar para encerrarse en la habitación más apartada de la casa de comidas, y llorar lejos de la gente y de esas curiosas beatas que deseaban apoyarla rezando por el buen destino de su hermana en el nuevo continente. Aurora sabía que Filo estaría mejor en Venezuela que en España, ajena al miedo imperante de la posguerra. Además, su cuñado podría recuperar la dignidad y el derecho a trabajar como perito mercantil, algo que aquí le habían negado sin explicaciones ni concesiones.

 

Los años pasaron y Aurora fue creando con Ramo, otra de sus hermanas, un hogar alrededor de El Colón, la vieja casa de comidas frente al parque del pueblo en la que todos los martes cerraban tratos los visitantes del mercado local. Entre aquellas cartas que nunca dejaron de llegar de Caracas, un día Filo anunció a sus hermanas su primer embarazo; y luego el nacimiento de la niña, Elena; más tarde llego al mundo Manuel Antonio: y la niña comenzó el colegio, comulgó, fue al instituto y, a pesar de las huelgas en el país, logro recibirse en la Universidad de Caracas. El niño estudio arte y se casó, y se fue a buscar una vida mejor en Miami, y allí tuvo un hijo, el pequeño Juan. Y según las líneas de la vida un día murió Manuel, el esposo noble. Y Filo se quedó allí, con su hija al otro lado del océano.

 

A pesar de lo que decía la perfecta caligrafía de sus cartas, Aurora sabía que su hermana le tenía terror al avión y no creía posible, ni siquiera en sueños, que llegase a plantearse el regreso a España. La vida siguió su rumbo sin contratiempos en la antigua casona sobre El Colón, hasta que, poco a poco, Ramo fue permitiendo que su vida se apagase y, velada por una monja clarisa, una mañana se dejó morir. Quizás entonces, por primera vez, Aurora pensó que no tenía sentido continuar así, sola y separada de su hermana Filo, pero no quiso escuchar las propuestas de su sobrina Elena para llevársela a Caracas.

 

Los años fueron dejando huellas y Aurora sufrió algunos ataques de salud, algunos leves y otros los suficientemente graves como para dañar su corazón y dejarla sentada en una silla de ruedas. Quizás entonces, intuyendo que debería ser ella la que tendría que dar el paso si quería volver a ver a su hermana Filo, llamó a su sobrina para decirle que quería viajar a Caracas. Tras las oportunas revisiones y chequeos médicos, el cardiólogo aseguro no temer por su vida. Era consciente de que su paciente superaba los ochenta años, que viajaría inválida y sedada, pero sabía que la imagen de su hermana era suficiente para avivar una fuerza motivacional capaz de impulsar su organismo hasta llegar al destino.

 

Durmió durante casi todo el trayecto y al llegar a la casa caraqueña, Elena empujo la silla de ruedas de su tía hasta el jardín en el que estaba esperándolas Filo. La mirada entre las dos hermanas fue profunda y enigmática, y nadie podrá saber si se miraron para reconocerse así, ancianas, o se vieron como dos jovencitas que hace casi sesenta años se despidieron en el puerto de Gijón. Hablaron, rieron, discutieron, recordaron durante horas su breve vida en común y su amplia vida en la distancia. A pesar de las quejas por el calor, Aurora había recuperado la salud hasta tal punto que solamente sus dosis de medicamentos le recordaban las molestias cotidianas que sufría en España antes de partir.

 

Apuraban el anochecer hablando y madrugaban con la ansiedad del que no quiere perder un minuto del día porque sabe que tiene pendientes muchas actividades, hasta que una mañana, cuando ya habían departido sobre sus pasados y presentes, cuando tenían la sensación de que, en el fondo, no había pasado el tiempo porque hablaban como cuando eran adolescentes, Aurora cerro los ojos y falleció en su silla protegida del sol caribeño por una hilera de mangos.

Tomado del libro: Las Claves de la Motivación de Antonio Blanco Prieto.

 

 

COMENTARIOS


Desde comienzos de su existencia, el hombre ha sido un ser nómada, que se mueve en manadas.  Es por eso que la experiencia de emigración ha existido a lo largo de la historia. Sin embargo, y en los últimos dos siglos, los catalizadores de estos movimientos migratorios han sido los conflictos políticos y las guerras, que han generado que los seres humanos se desplacen a otros lugares del planeta en búsqueda de tranquilidad y posibilidades de progreso.

 

La historia nos cuenta la migración de Filo y su esposo, como consecuencia de la guerra civil española, a un país del otro lado del océano, Venezuela. Y cómo a lo largo de más de sesenta años, a pesar de mantener contacto constante, no se pudieron reencontrar hasta que su hermana Aurora toma valientemente, y ya en el ocaso de su vida, la decisión de reunirse con su hermana para compartir sus últimos momentos.

 

Narra el encuentro y las historias infinitas que habían acumulado a lo largo de sesenta años de ausencia. Y rescato un bello pasaje que dice: “La mirada entre las dos hermanas fue profunda y enigmática, y nadie podrá saber si se miraron para reconocerse así, ancianas, o se vieron como dos jovencitas que hace casi sesenta años se despidieron en el puerto de Gijón.”

 

Soy hijo de un inmigrante italiano, que vino a Caracas empujado por la guerra en busca de nuevos horizontes. Desde que llegó hizo todo lo posible por salir adelante, aun cuando en algunos momentos fue doblegado por las circunstancias. Sin embargo, nunca cedió en su propósito de avanzar.  Y aunque fuera difícil siempre hizo lo necesario para cuidar a su familia.  Recuerdo algunas situaciones duras que le tocó vivir, como cuando fallecieron su madre y su padre en Italia; fui testigo silencioso de sus lágrimas y su tristeza. Los tuvo que llorar a la distancia y en el tiempo, porque no había manera de comunicarse con su familia. La última vez que vio a sus padres, fue cuando salió de su pueblo lleno de sueños e ilusiones. Se enteró por cartas que le llegaron a través de los amigos, semanas después de que había sucedido.  A lo largo de mi vida vi el esfuerzo de mi padre por salir adelante en esta tierra desconocida, que abrazó como si fuera suya. Siempre con la esperanza de reencontrarse nuevamente con la familia en algún momento futuro.  Muchas veces lo acompañaba a escuchar las historias de otros paisanos, más afortunados, que traían detalles de sus visitas a su pueblo.  Siempre con emoción y alegría se sentía involucrado en cada una de esas historias.  Trabajó mucho, hasta que finalmente logró hacer el esfuerzo necesario para viajar con toda su familia, porque no quería dejar a nadie atrás en esa experiencia del reencuentro.

 

Fui testigo del encuentro entre mi padre y sus hermanos, 28 años después de la partida de mi padre de su tierra. Cuando finalmente sucedió, las conversaciones entre mi padre y sus hermanos eran eternas, tenían tantas cosas que contarse que 24 horas eran insuficientes para ponerse al día.  Recuerdo que mi padre me dijo una vez, que un extranjero siempre es un extranjero, tanto en su propio país como en el exterior. Y se daba cuenta de eso, estando en esa tierra que lo vio nacer, pero con la mirada puesta en aquella tierra que abrazó para siempre. Y pudo regresar una vez más, unos años antes de morir, pero ya no se sentía italiano. Se sentía venezolano como el que más, y murió en esta tierra que tanto quiso, al lado de la familia que formó.

 

Nunca antes me había planteado emigrar hasta hace poco, porque conviví con la profunda herida del inmigrante.  Una herida que deja una profunda tristeza y soledad en quien la sufre, y que sin quererlo, también te la transmite.  Mi padre no vino a aprovecharse de estas tierras, vino a trabajar. Y se superó; desde que llegó puso sus manos, su conocimiento y sus habilidades al servicio de esta tierra, de la que se sentía orgulloso.  Tuvo el coraje de superar sus miedos, el idioma y enfrentar con optimismo todo lo que le toco vivir. Fue un ejemplo de superación para nosotros sus hijos.

 

Sin embargo, en esta nueva era la emigración a veces es una solución. En mi caso, ya mi familia cercana ha emigrado, buscando calidad de vida y seguridad.  La calidad de vida que nuestro país le ofrece a los profesionales es pésima, en comparación con la que pueden encontrar en otros países en donde si valoran su trabajo.  Entiendo perfectamente su deseo de emigrar en búsqueda de nuevos horizontes.  Por otro lado, es cierto que no es lo mismo emigrar a los 30 años, que emigrar después de los 60 años. Estamos hablando de situaciones completamente distintas. Y como siempre he dicho, uno conoce muy bien a su país, y siempre habrá alguna mano dispuesta a ayudarte en cualquier trance que te toque vivir.

 

Emigrar es siempre un duelo, tanto para el que se va como para el que se queda.  Y quizás lo único que nos queda es resignarnos a vivir con compasión y agradecimiento cada etapa que nos toca vivir. La vida es un eterno aprendizaje desde que llegamos hasta que nos toque salir de este plano. Somos unos viajeros incansables en este universo de experiencias.

 

Si algo de esta historia o comentarios resonó contigo, puedes contactarnos o dejarnos un mensaje. Gracias

 

CONTACTO

 

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martes, 10 de mayo de 2022

EPIFANIA

 


»»»EPIFANIA«««

Manifestación de una cosa.
 

Hace unos días estaba durmiendo y de repente mi mente recordó una escena desagradable de hace unos cuantos años. Lo que me llamó la atención de ese recuerdo, fue la emoción de rabia contenida que estaba presente. Esa emoción era tan fuerte, que me despertó y a partir de ese momento me comencé a hacer una serie de preguntas. Sobre todo, creo que la más importante fue, porque después de tantos años, esa energía de rabia aún está presente en mí.

 

¿Qué es lo que no he soltado?

 

Con ese pensamiento, me desperté y decidido a averiguar lo que pasaba por mi cabeza, me senté a tratar de hacer una meditación profunda.  Estuve 45 minutos meditando, reflexionando y pensando en esa energía presente, por qué la tenía aun, y quise a tratar de descargarla contra el piso. Luego de varios minutos, comencé a sentir un enorme cansancio, lo cual me condujo a recostarme un rato.

 

Luego de estar unos minutos recostado sentí como que algo se había liberado en mi cuerpo. Había soltado un peso. Una energía negativa ya no estaba presente.  Me sentí mucho más liviano. Sin embargo, lo más importante vino a continuación.  Fue allí cuando pensé: ¿Te gusta quien eres en este momento? ¿Tienes personas o experiencias importantes que aprecias en tu vida? Y sí, me di cuenta que tengo muchas personas que quiero en estos momentos, y lo que es más importante, me gusta quién soy ahora.

 

Entonces una voz interior me dijo: Eres lo que eres hoy día, resultado de tus experiencias pasadas. Si no hubieses tenido esas experiencias, lo más seguro es que no serias lo que eres hoy. Por lo tanto, es importante agradecer a todas las personas que pasaron por tu vida, que hicieron posible las experiencias que viviste. Esas personas hicieron de ti lo que eres en este momento.  También es importante perdonarte, porque en el momento en que tuviste esas situaciones, tu nivel de conciencia era el apropiado para obtener los resultados que tuviste. No hubieses alcanzado otros resultados con lo que sabias hasta ese momento. Esas experiencias eran necesarias para que pudieras evolucionar.

 

Una de las cosas que más nos afecta son nuestros propios juicios. Esos juicios conforman nuestro sistema de creencias y es lo que hace que estemos constantemente evaluando lo que sucede.  Cuando aparecen dichos juicios, nos castigamos de forma innecesaria, ya que nos hacemos responsables por eventos que probablemente no hubiésemos podido evitar.  En este caso, quizás lo importante es reconocer lo que sucedió, apreciarlo en su debida proporción y aceptarlo, para luego soltar el juicio y el evento y seguir adelante con la experiencia que te dejo el suceso en sí.

 

Si reconocemos lo que nos sucedió como una experiencia, preguntamos qué debemos aprender de ella, y agradecemos al Universo lo que sucedió, podemos avanzar soltando nuestras creencias.  No es lo que sucede, es la forma como interpretamos lo que sucede, lo que realmente nos afecta.

 

Cuando soltamos, liberamos esas energías emocionales que están bloqueando tu desarrollo, y que además, están generando problemas, que se verán reflejados en tu cuerpo tarde o temprano. No olvidemos que las energías emocionales para poder permanecer en tu cuerpo necesitan salir de algún lado. Salen es de tu cuerpo, generando bloqueos o desequilibrios en tus sistemas.

 

Epifanía

»»»Algunas Ideas«««

 

Para concluir, me quedo con estos pensamientos:

 

No sería lo que soy si no hubiese pasado por todo lo que he pasado.

 

Yo soy lo que soy, gracias a que he vivido lo que he vivido. Todo lo que soy es el resultado de mis experiencias y aprendizajes hasta el momento. 

 

Si me gusta lo que soy, doy gracias a la vida por las experiencias que he vivido hasta este momento. Las agradezco todas aunque piense que algunas fueron mejores que otras.

 

Epifanía

La suma de las experiencias vividas constituye mi ser, y desde mi corazón las agradezco profundamente.

 

Me libero en este momento y dejo ir todas mis emociones y creencias limitantes, y desde el Amor agradezco TODAS mis experiencias y me perdono por cualquier error que crea haber cometido. Cada decisión que tomé, lo hice desde el Amor, del más profundo respeto y desde mi estado de evolución en ese momento.  He tenido seres muy bellos que me han acompañado a lo largo de mi vida, y agradezco a cada uno de ellos sus invalorables lecciones.

 

Felicidad y Paz

La vida es un viaje, y nos lleva por distintos paisajes.  De nosotros depende que hacemos con lo que nos pasa, y como interpretamos lo que nos sucede.

 

Atrévete a Soltar.

 

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domingo, 8 de mayo de 2022

TIPS PARA SANAR TU CUERPO

 


Sanando tu Cuerpo



>> 6  TIPS PARA SANAR TU CUERPO

 

Muchas veces cuando nos enfermamos, el resultado de nuestros malestares tiene que ver con situaciones que se han instalado a lo largo de mucho tiempo en nuestra mente; de allí ha pasado a través de los pensamientos y la energía a nuestro cuerpo.  Cuando se desata el malestar, y tratamos de paliar los síntomas, tenemos que preguntarnos: ¿de dónde viene ese malestar? ¿De dónde nace la enfermedad?

 

Cuando eso sucede, siempre hay alguna razón que nos conecta con el pasado, con nuestra historia personal, con alguna emoción no trabajada, con alguna herida de la infancia, e incluso con energías emocionales no resueltas que vienen de nuestros antepasados. ¿Cómo trabajar esas energías? Pues en primer lugar, reconociendo que es un proceso, y que si tardamos tiempo en instalarlo, tampoco será inmediata la solución del problema. Es decir, necesitamos tiempo.

 

En primer lugar tenemos que ver ¿Qué es lo que estamos sintiendo? ¿Qué es lo que nos afecta? ¿Cómo nos afecta? ¿Qué nos permite y qué nos impide hacer lo que está afectándonos? ¿Cómo se manifiesta? ¿Qué significado tiene para nosotros la enfermedad?

 

Infinidad de veces, sin darnos cuenta, nos castigamos de forma inconsciente. Nos sentimos culpables por cosas que han pasado en nuestra vida, de las cuales tenemos poco o ningún control. Y, como nos han enseñado a sentirnos culpables, pecadores o responsables por cosas que suceden, ciertamente nos afecta anímica, energética y emocionalmente, y como consecuencia, de forma inconsciente vamos generando una respuesta que conduce al auto-castigo. No olvidemos que toda culpa tiene un responsable, y si ese responsable ha hecho daño (real o virtual), merece un castigo. Es lo que hemos aprendido a través de la educación, sociedad, cultura y religión. Ahora bien, ¿qué pasa cuando el que se ha equivocado eres tú mismo? ¿Qué puedes hacer en ese caso? ¿Cómo puedes castigarte para pagar tu condena? ¿Que debes hacer? Por supuesto, la respuesta es agredirte para pagar tu equivocación.

 

Pueden aparecer también algunas heridas de nuestra infancia como la traición, el abandono, el rechazo, la injusticia, la humillación. Es importante entender que no necesariamente eso nos sucedió, sino que de alguna manera aprendimos a través de apreciaciones que en algunos casos pueden ser erradas. También, es posible que tengamos cargas emocionales que vienen en la energía de nuestros padres, y que han sido transmitidas a lo largo de la historia de la familia.  Estas energías son heredadas en las vivencias de nuestra familia, y se reproducen generación tras generación. Por eso, vemos situaciones de niños pequeños afectados por enfermedades terminales o que fallecen en accidentes a temprana edad.

 

Quizá la pregunta que debemos hacernos en cada momento es: ¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Qué es lo que esta experiencia quiere decirme? ¿Cómo puedo obtener resultados de ella?  De alguna forma, si somos capaces de darnos cuenta por nosotros mismos o con algún terapeuta de lo que nos sucede, es posible que comencemos un proceso de sanación, que puede no ser sencillo, ya que el reconocimiento de nuestras creencias limitantes y la eliminación de ellas, es muchas veces un proceso doloroso.  El cambio en nuestra mentalidad que tiene que darse con la intención de revertir el proceso, se realiza paso a paso, y muchas veces toma más tiempo del esperado.

 

Quizás lo más importante es reconocer que tenemos que curarnos. De allí en adelante depende de nosotros asumir la responsabilidad que implica Sanar. Sin embargo, las recompensas no se hacen esperar, ya que al reconocerte, durante el proceso, estarás lleno de paz, dicha y felicidad, y muy probablemente encontrarás tu propósito y la razón de tu existencia en este plano. Te invito a preguntarte honestamente: ¿Qué puedo hacer por mi vida?  Cuando consigas las respuestas, se iluminará tu camino.

 

6 Tips para acelerar tu Sanación:

 


1.- Aprende a escuchar tu cuerpo.  Recuerda que lo único que está en el Presente es tu propio cuerpo. Y en él se reflejan todas las energías pasadas, presentes y futuras que pueden afectarlo. Cierra los ojos, y en un acto de humildad, reconoce en el silencio, la sabiduría de los mensajes de tu cuerpo.  Recorre cada centímetro de tu cuerpo y aprende a escuchar qué es lo que tiene que decirte.

 


2.- Cuida lo que ingieres.  Todo aquello que entra en tu cuerpo, es importante.  Aprende a alimentarte apropiadamente.  Mientras más sano comas, mejor será tu salud. Come con inteligencia. Cuando sientas que algo en especial te llama la atención, como por ejemplo: un sabor (dulce, amargo, salado, agrio, ácido, picante), pregúntate ¿Cuál es la razón? Asimismo, presta atención a otros detalles, como por ejemplo la comida elaborada, procesada, enlatada, etc., que ingieres. Cuando hacemos esto nos excusamos con la falta de tiempo, estoy hambriento.  ¿Qué es lo que está detrás de esas excusas? ¿Cuál es la razón? No olvides incluir dentro de esta reflexión el consumo de bebidas tales como: alcohol, café, té, bebidas azucaradas, etc. Ten cuidado con las dietas, y más con aquellas que las personas recomiendan sin saber por qué.  Si consideras que debes hacer alguna, acude a un especialista para que te dé su opinión profesional. 



3.- Aprende a Respirar. La respiración es la función fundamental de nuestra vida, y a veces le prestamos poca atención. Solo piensa qué sucedería si tratas de no respirar por diez minutos, quizás mucho menos. Seguro que no podrías aguantar, y si lo haces podrías afectarte de forma importante.  No le prestamos el suficiente cuidado a nuestra respiración. La respiración es mágica para calmarte, hacer ejercicio, descansar, activarte, etc.  Cultiva la respiración. No en vano los hindúes tienen una técnica llamada Pranayamas que cultiva la energía que obtienes del aire.



4.- Realiza ejercicios físicos.  Los seres humanos somos una especie que necesita estar en movimiento. Necesitamos hacer ejercicios de forma constante.  No es necesario que te entrenes para competir en alguna disciplina. Simplemente establece una rutina de ejercicios que te permita moverte por lo menos unos 30 minutos al día. Eso mantendrá a tu corazón sano y a tu hígado relajado, y permitirá que las energías de tu cuerpo se mantengan activas.  Haz lo que te gusta, bailo terapia, yoga, taichí, trota, camina, ve al gimnasio; pero no dejes de intentarlo.



5.- Trabaja tus emociones. Conectate con ellas. Somos seres emocionales, y ellas forman parte de quienes somos.  Nuestras emociones básicas: el miedo, la tristeza, la rabia, la alegría y el amor, son parte fundamental del Ser Humano.  Las otras emociones derivan de ellas.  Cuando somos capaces de validar y vivir nuestras emociones, nuestro cuerpo lo agradece porque eso permite que las energías inmovilizadas, que pueden bloquear nuestro cuerpo, se muevan y desaparezcan.  No te quedes estancado en ninguna de ellas.



6.- Conéctate con tu Ser Interior. Seamos o no religiosos, podemos reconocer que dentro de nosotros opera una energía fundamental, vinculada a algo que desconocemos.  Si somos capaces de tranquilizarnos a través de la respiración, y podemos dedicar unos minutos al día a ese proceso de introspección y conexión interior, nuestra vida experimentara un cambio radical. Reconocernos como algo que existe más allá de nuestro diario trajinar, de nuestras propias limitaciones, nos conecta con el poder del cambio y del logro, e inclusive nos hace ver posibilidades donde antes solo veíamos limitaciones.   Te invito a intentarlo y probar que sucede.



Estas son algunas ideas que iremos desarrollando a lo largo de nuestros próximos artículos.  Espero te sirvan de ayuda y nos permita seguir conectados.  Si te gusto nuestro artículo, no olvides suscribirte a nuestro Blog. Seguiremos en Contacto.

 

 

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