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domingo, 18 de diciembre de 2022

SALUD - LOS CUERPOS

 


LOS TRES CUERPOS.

 

Para simplificar nuestra comprensión acerca de la naturaleza humana, sin entrar en muchos detalles podemos hablar de cuatro cuerpos esenciales:

1.    El Físico.

2.    El Energético.

3.    El Mental.

4.    El Espiritual.

Cada uno de estos cuerpos tiene una estructura particular. Uno de ellos es sensible a nuestra percepción sensorial, el cuerpo físico. Pocos tienen la habilidad de ver el cuerpo energético; otros pueden tratar de entender el cuerpo mental, y muy pocos decir algunas cosas sobre el cuerpo espiritual.

 


El cuerpo físico humano, es la manifestación densa del Ser, tal y como lo conocemos, formado por una serie de sistemas tales como el cardiovascular, muscular, óseo, digestivo, etc. Sabemos de las condiciones de nuestro cuerpo y lo que podemos hacer con él. Definitivamente es una herramienta maravillosa, se conecta con el exterior a través de nuestro sistema de percepción, por lo cual, ve la misma realidad que todos los demás seres, aunque la interpretación sea particular y diferente.

 


El cuerpo energético también existe, y es un poco más sutil que el cuerpo físico.  Está compuesto de energía.  La energía es una sola, que recorre al cuerpo ya sea por los meridianos o los nadis, como usted quiera denominarlos.  Sin embargo, al igual que en el cuerpo físico existe una columna vertebral por la cual pasa toda la información del cuerpo. En el caso del sistema energético su estructura está basada en los llamados Vasos Maravillosos, que tienen acceso a la energía ancestral y son capaces de conectarse y distribuirla por todo el cuerpo.  Otra forma de verlo, es a través de los Chakras que es un canal de energía que recorre el cuerpo desde la base del coxis hasta la parte superior de la cabeza, con puntos de vibración bien definidos.

 


En cualquier caso, podemos intervenir, tanto el cuerpo físico, como en el cuerpo energético. De hecho, la medicina occidental está basada en trabajar los síntomas que muestra el cuerpo físico, y actuar sobre ellos, a través de cirugías o química. En el caso del cuerpo energético, el trabajo se hace a través de la manipulación de la energía que circula por los meridianos, la respiración o los ejercicios que permiten movilizar la energía. Por tanto, podemos actuar de alguna manera sobre el cuerpo energético y entender cuál es el desequilibrio que lo afecta, y como podemos resolverlo, para revertir los efectos que vemos a nivel del cuerpo físico.

 

En este caso podemos actuar sobre la causa de la enfermedad, que aún está más arriba del cuerpo energético, es decir, en el cuerpo mental. Cuando podemos entender qué tipo de energías se están moviendo y cómo las mismas están generando reacciones sobre el cuerpo físico, generando consecuencias que son interpretadas como síntomas.  Los síntomas que aparecen en el cuerpo físico, provienen de desequilibrios energéticos, que a su vez son producidos por emociones que tienen que ver con pensamientos que chocan contra las sólidas estructuras de nuestro cuerpo mental, formadas por las creencias maestras.

 


Hablemos un poco del cuerpo mental. El cuerpo mental como debemos imaginarnos es mucho más sutil que cualquiera de los dos anteriores. Está formado por pensamientos que vibran a la velocidad de aproximadamente 70.000 por día. Esto nos da una idea de la cantidad de vibraciones que pasan por nuestra mente sin que nos demos cuenta.  Sin embargo, de todo eso que pasa por nuestra mente, hay algunos que se quedan estancados en ella, y que tienen que ver con dónde tenemos puesta nuestra atención, o que chocan contra las creencias establecidas.  De la realidad que podemos percibir, solo prestamos atención a un mínimo porcentaje, alrededor de un 1% del total, y es allí donde se enfoca nuestra atención.  Se dice que donde colocamos la atención enfocamos la energía. De allí vienen los cambios o desequilibrios cuando no nos enfocamos apropiadamente.

 

Así como cada uno de los cuerpos que hemos visto, tienen estructuras sobre la cual se fijan el resto de los elementos, de la misma forma, el cuerpo mental tiene una estructura equivalente que son los juicios maestros o creencias madres.  Podemos llamarlos de muchas maneras, y son pensamientos que se han establecido en nuestra mente, ya sea porque se han repetido tantas veces que se consideran validos o verdaderos, también porque vemos la realidad a través de ellos. Podemos llamarlos creencias, juicios, patrones, hábitos, condicionamientos, programación, etc. Son la estructura del Ego o nuestra historia personal.

 

Así como buscamos que nuestro cuerpo físico sea flexible, para poder tener salud, y también dinamizar las energías de nuestro cuerpo energético, es necesario que trabajemos sobre la estructura del cuerpo mental, a fin de hacerlo suficientemente flexible. Esto es con la finalidad que podamos adaptarnos a las circunstancias de la vida que nos corresponden. De hecho, nuestras creencias deben ser cuestionadas muchas veces, y debemos buscar de conseguir la forma de que sean lo suficientemente maleables como para que nos puedan mostrar de forma clara la realidad.

 

De hecho, es muy sencillo. La realidad es neutra. No tiene color, sabor, sonido, textura olor, o sensación.  Nosotros somos los que empleando nuestras creencias le damos tonalidad a la realidad. La realidad no es ni buena ni mala, simplemente es lo que es. El problema con nuestros patrones es que cuando nos acostumbramos a ver la realidad de una manera en particular, que nos funciona, de esa manera estaremos haciendo el análisis de las realidades subsiguientes, sin entender que las mismas pueden cambiar y convertirse en algo diferente.

 

Cuando eso sucede, que la realidad que vemos no es la que interpretamos, entonces esos pensamientos que aparecen, se enfrentan a esa pared de creencias, convirtiéndose en emociones debido a que enfrentamos la realidad con nuestra forma de ver el mundo, que es diferente.  Y es allí cuando nuestros condicionamientos disparan esas emociones básicas, ira, amor, tristeza, miedo o alegría, que se combinan de distintas formas, entregándoles validez y generando una realidad que no existe.  De nuevo las emociones se basan en nuestros juicios, sean estos adecuados o no. Y el creer ciegamente en ellos es lo que dispara la emoción.

 

Lo cierto es que a esos pensamientos, como le concedemos sentido, les damos energía que termina afectándonos de forma innecesaria, generada por nuestra interpretación errónea o la ilusión verbal.

 


¿Cómo se establecen esas creencias? A través de la repetición constante. ¿Cuándo se establecen esas creencias? Desde nuestra infancia. Supongamos que alguien nos dice algo que no nos gusta, y nos lo tomamos en serio.  Resulta que “creemos” que esa persona está poniendo en duda una parte de nuestra personalidad, y como  “creemos” que eso no debe ser, nos molestamos y tratamos de argumentar nuestro punto de vista. Sin embargo, la persona pudo haberlo dicho simplemente con la intención de molestar, y le dimos tanta importancia a ese pensamiento que terminamos cargándolo de energía, y nos afecta de manera importante. Pero, si nosotros nos molestamos, la otra persona sigue pensando lo mismo, y no siente nada. Quien siente la emoción debido al cuestionamiento de su creencia somos nosotros. De allí que para vivir en paz simplemente debamos desapegarnos de nuestra forma de mirar la vida, y de la importancia de los conceptos que nos ofrecen los demás.

 

Eso trae otro concepto importante: ¿Qué es la verdad? ¿Quién tiene la verdad en sus manos? La verdad tal como la entendemos, que es válida en todo momento y en todo lugar, no existe como tal.  Cada quien, dependiendo de su interpretación del mundo tiene una verdad diferente. Cuando la verdad se basa en juicios o creencias, es relativa, y depende de la interpretación particular. Si en cambio establecemos afirmaciones, enunciados o proposiciones que podamos comprobar, estamos hablando de otro tipo de realidad, y muchas veces se basan en acuerdos establecidos. Podemos hablar por ejemplo de los acuerdos que hacemos con el idioma, las ciencias, los métodos, etc.

 

Pero, tal como está definido, la verdad es relativa y depende del sistema de referencia desde donde se emita la opinión. Por lo tanto, no tiene sentido gastar energía en esas verdades parciales o particulares.

 

Una de las consecuencias de nuestras creencias es que al generar emociones que mueven energías, tarde o temprano afectan nuestro cuerpo físico. De hecho, podemos decir que lo que la mente calla, el cuerpo lo grita o como diría la autora Caroline Myss: “La biografía se convierte en biología”, indicándonos cómo la forma en la que concebimos nuestra historia personal, afecta nuestro cuerpo físico.  No olvidemos que antes de afectar al cuerpo físico esas energías generan desequilibrio en nuestros diferentes sistemas lo cual se refleja a posteriori en nuestra materia.

 

Por lo tanto, si fuésemos capaces de preguntarnos: ¿Cuál es el objeto de la enfermedad? Y pudiésemos ser verdaderamente honestos con nosotros mismos, podríamos sanarnos rápidamente.  El objeto de la enfermedad es mostrar algo que está escondido probablemente en nuestro inconsciente y que de alguna manera afecta nuestra forma de ver el mundo. Puede tener que ver con alguna de las heridas de la infancia como la humillación, la traición, el abandono, el rechazo, la injusticia, y con las emociones detonadas como consecuencia.  Es posible que esté conectada con alguno de nuestros condicionamientos, y que no nos permita adaptarnos a la realidad, haciendo los ajustes correspondientes.  Inclusive, pude ser que nuestros propios miedos no manejados vayan generando afecciones en el cuerpo como mecanismo de defensa, como por ejemplo, no quiero verme atractivo, me quiero proteger de los demás a través de mi obesidad, o soy una víctima, por eso me enfermo con frecuencia para dar lastima y procurar atención, etc.

 

Muchas veces, arrastramos durante nuestra vida cargas innecesarias, a veces porque no nos damos cuenta, otras veces porque hemos sido incapaces de cuestionárnoslos.  Quizás es por eso, que es necesario hacer un trabajo continuo y constante de revisión de los juicios que conducen nuestra vida y adaptarlos a las necesidades o requerimientos del momento. No olvidemos que la realidad es neutra, no está ni en contra ni a favor de nuestra forma de ver el mundo.  Mientras más flexible sea nuestra mente, más fácil será adaptarnos a la realidad y poder generar todo el beneficio que ella nos ofrece. Esa flexibilidad depende de nosotros y de nuestra manera de concebir el mundo.

 

Una de las cualidades importantes es el discernimiento, que permite de ampliar nuestros horizontes; muchas veces lo que nos rodea nos obliga a asumir posiciones que no son las nuestras, pero son resultado de los acuerdos generados por ellos, sea la sociedad, la religión, la educación, etc.  El discernimiento permite que nos estemos cuestionando la realidad y la interpretación que le damos de forma constante, permitiéndonos ampliar nuestra forma de ver el mundo.

 

PREGUNTAS.

1.    ¿Cuáles sientes que son tus creencias limitantes?

2.    ¿Cuáles sientes que son tus creencias poderosas?

3.    ¿Qué te impide cuestionar tus juicios?

 

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