LA FUERZA DEL AHORA.
“Podemos
aprender a no mantener las situaciones o eventos vivos en nuestra mente, sino a
volver nuestra atención constantemente al prístino y eterno momento presente
más que a ser atrapados en la elaboración mental de películas. Nuestra misma
Presencia se convierte entonces en nuestra identidad, en lugar de nuestros
pensamientos y emociones”.
Eckhart
Tolle.
Que distinto sería si pudiésemos
mantener nuestra atención única y exclusivamente en el presente, dejando de
lado las historias que nos hemos contado en nuestra mente. Historias que nos
han acompañando, y muchas veces atormentando desde hace tiempo; el tiempo que
le hemos permitido estar allí.
No existe ni el pasado ni el futuro,
solo existe el presente. Es el único momento en el que existimos. Si recordamos
el pasado o imaginamos el futuro, lo hacemos en el presente. Por lo tanto, ya
sea que recordemos o imaginemos, ambas cosas las hacemos únicamente en el aquí
y en el ahora. El pasado y el presente
solo ocurren en nuestra mente. Y normalmente nuestra visión del tiempo es de
forma lineal. Es decir, de acuerdo a
nuestra percepción, los eventos ocurren en línea recta desde el pasado, pasan
por el presente y continúan al futuro.
El presente es un regalo, y es lo
único que tenemos. No nos damos cuenta de lo que perdemos cuando distraemos
nuestro interés. La atención está directamente relacionada con la energía. Por
lo tanto, perdemos atención y energía cuando nos dedicamos a recordar o
imaginar.
Tenemos, una existencia finita. No
sabemos cuándo, pero estamos seguros es de que algún día, dejaremos de existir
de la forma como lo hacemos ahora, en esta encarnación terrena. Dejaremos de
percibir el mundo tal como lo hacemos hoy. Y sin embargo, nos hemos
acostumbrado a desperdiciar la existencia, pensando en un pasado o en un futuro
que no existe, y desaprovechando el único espacio disponible que es el Hoy.
Si fuésemos capaces de fijar nuestra
atención y energía en el único momento que existe, el ahora, tendríamos una
inmensa cantidad de recursos a nuestra disposición, para conseguir todo aquello que nos
proponemos. Solo tenemos que intentarlo.
Vivimos justificándolo todo, a través
de nuestras historias o heridas del pasado, lo que me hicieron ayer, lo que
quiero alcanzar mañana; mientras tanto, desperdiciamos el día más importante,
el que estamos viviendo en este preciso momento.
Nuestra historia personal y nuestro
ego son la misma cosa. Es lo que nos hemos contado o creído que somos, dejando
de lado lo que verdaderamente somos.
Nos preocupamos por conceptos que
hemos aprendido, como el éxito, la seguridad, el fracaso, el respeto, etc., y
no entendemos que esos conceptos existen solo en nuestra mente y tienen
vigencia mientras nosotros se la demos. Del resto no existen.
A veces pensamos, ¿Cómo hago para
alcanzar mis metas? La respuesta es sencilla: tan solo presta atención a lo que
estás haciendo ahora. Concentra y enfoca tus energías en conseguir aquello que
quieres, y todo el Universo se pondrá de acuerdo para ayudarte a lograrlo.
Si por alguna casualidad te dispersas,
no conseguirás lo que buscas, y siempre estarás preguntándote qué fue lo que
paso, qué te distrajo y te llevó lejos de donde querías estar.
Que podemos equivocarnos, sin duda
alguna. Pero dejemos que eso quede registrado en nuestra mente como un
aprendizaje de aquello que no debemos hacer, o la forma incorrecta de hacerlo.
Sigamos haciendo el esfuerzo de conseguir nuestros objetivos.
En mi caso, durante mucho tiempo hablé
de condicionamientos, programación, patrones, heridas de infancia o de lo que
aprendí. Pero, una vez me dije, qué sentido tiene traer a la memoria las cosas
que sucedieron, y no buscarles solución.
Es posible que aún responda siguiendo esos patrones del pasado, pero al
menos me atrevo a intentarlo, y si me equivoco, pues sigo adelante, haciendo la
prueba. Ya deje de lado esa vergüenza que tenía de equivocarme. Es natural
hacerlo cuando intentas algo.
A veces, he perdido el tiempo en
mantener relaciones toxicas que no me traen ningún beneficio. Y me pregunto:
¿Qué pensara de mí si no lo hago? Pues que piense lo que quiera. No es cuestión
de ser egoísta, es cuestión de amor propio. Además, no puedes ayudar a quien no
lo desea o no quiere ser ayudado. Puedes escuchar, puedes preguntar, pero el
trabajo depende de cada uno. Cada uno tiene su propio nivel de consciencia. Puedo
aprender de tu experiencia, pero estoy seguro de que tengo que hacerme cargo de
la mía y de mis vivencias para seguir creciendo.
Cada persona ilumina una parte de mi
camino, en cada autor que leo, veo una instrucción, una experiencia y una forma
de ver el mundo en particular. Cada maestro me enseña un camino, su caso
particular. Sin embargo, mi camino y mi vida son particulares, de mi depende.
No puedo vivir como los demás quieren
que lo haga, ni puedo ser lo que los demás esperan que sea. Me he equivocado,
sin duda alguna. Me volveré a equivocar, es muy posible. Pero solo puedo decir
una cosa, es mi vida y debo seguir aprendiendo.
Vivir en el pasado, y relamerse las
heridas, es como permanecer atado a una idea que no existe. Cuando vamos al
pasado normalmente lo estamos mirando desde nuestras creencias. Nuestras
creencias determinan quienes somos y cómo vemos el mundo. Nuestra
interpretación refleja nuestra historia, ya que muestra lo que hemos aprendido.
Si somos lo suficientemente objetivos,
a partir de lo que una persona dice, podemos conocer cómo piensa y cuáles son
sus creencias. Como reza el segundo principio de la Ontología del Lenguaje:
Somos seres interpretativos. Cada uno de nosotros ve la realidad de manera
diferente.
PREGUNTAS:
1. ¿Vives en el presente, o moviéndote en tus distintos estados temporales?
2. ¿Cuáles de tus historias te limitan?
3. ¿Cuáles son tus principales metas y que te impide alcanzarlas?
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