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miércoles, 16 de noviembre de 2022

CUENTOS E HISTORIAS MÁGICAS - EL LABERINTO DEL MINOTAURO

 



Minos y el toro sagrado

 

Minos, para disputarle a sus dos hermanos (Sarpedon y Radamantis) el derecho a gobernar la isla (Creta) que les correspondía por decisión de su padre Asterio (anterior rey), pide al dios Poseidón, delante del pueblo y dirigiéndose al mar, que le dé una muestra de su favor. Al ruego de Minos el dios responde haciendo salir de las aguas intensamente azules, un hermoso toro blanco. Ante el prodigio, Minos se hace al trono de Creta y conduce la bestia a sus establos, después de hacer la promesa de ofrendarlo a Poseidón en las próximas festividades religiosas (Culto del Toro).

 

Pero al llegar el momento del sacrificio, Minos sucumbe ante la belleza del toro blanco —espécimen único, por su origen sacro y por representar un aval divino de su grandeza como rey— y decide sacrificar en su lugar, el mejor ejemplar que se había criado en los establos de palacio.

 

De inmediato Poseidón descubre el fraude y concibe una acción destinada a recordarle al arrogante y codicioso rey que no se puede engañar a los dioses. Insufla a través de los ojos de Pasifae —esposa de Minos— una desmedida pasión por el toro blanco.

 

Debido al sortilegio, la reina miraba de hito en hito a la bestia. Día a día su atención estaba más ausente de las actividades palaciegas y sus desapariciones eran muy frecuentes, incluso durante los actos oficiales. Rondaba los establos presa de gran agitación, y sus acercamientos se hacían cada vez más temerarios, hasta el momento en que salta a los dominios de la bestia y aquieta al fin su cuerpo y espíritu enardecidos.

 

La memoria de ese encuentro crece en el vientre de Pasifae, poniendo ante Minos la revelación de estos extraños sucesos y su carácter punitivo. Tiempo después, Pasifae da a luz una criatura con cabeza de toro y cuerpo de hombre (Minotauro).

 

Desesperado por ocultar al monstruo, Minos ordena a Dédalo encontrar una solución. De esa manera el sabio e inventor diseña y construye un laberinto, para esconder en su interior al Minotauro. Este monstruo, para no perecer en su obligado confinamiento laberíntico, periódicamente debía ser alimentado con carne humana, suministrada por la ciudad de Atenas, como parte de un oneroso y humillante tributo al todopoderoso Minos.

 

Los hechos que determinaron este extraño compromiso se originaron por la muerte de Androgeo, hijo de Minos. El joven príncipe había acudido a la ciudad de Atenas para participar en las fiestas conocidas como Panateneas, pero había muerto en confusas circunstancias después de vencer en diferentes competiciones a los miembros de la nobleza.

 

Para no invadir e incendiar la ciudad, matando a sus habitantes, Minos aceptó el tributo consistente en 7 doncellas y 7 jóvenes nobles, quienes serían entregados al monarca cretense a fin de ser ofrecidos ritualmente al Minotauro. (Si alguien lograba matar al Minotauro, Atenas se liberaba del tributo y el héroe se entronizaba como rey de Creta.)

 

Teseo, hijo del rey ateniense Egeo, era todavía un adolescente cuando comunicó a su padre su decisión de integrar voluntariamente el grupo de 7 víctimas masculinas que por tercera vez serian enviadas a Creta para terminar en las fauces del Minotauro, dentro de las siniestras y oscuras estancias del laberinto subterráneo construido por Dédalo en algún lugar del palacio de Minos en Knossos, la capital de su imperio marítimo.

 

En una temeraria expedición de reconocimiento, Teseo con un grupo de valientes accede subrepticiamente a Creta, al amparo de las sombras, y poco después de subir una pequeña colina, se encuentra ya en medio del patio central de palacio.

 


Desde allí él y Ariadna (hija de Minos) se contemplan por primera vez, preguntándose cada uno en su fuero interno: ¿estoy contemplando una deidad o un ser heroico? Teseo asciende las escalas que conducen a las habitaciones de la princesa, allí sellan un compromiso amoroso, y antes de su partida, ella le entrega un ovillo de hilo de oro.

 

Según recomendación de Dédalo, este hilo permitía entrar al laberinto y encontrar luego la salida, evitando así el principal peligro de los laberintos: la desorientación. Para cumplir con este propósito, Teseo debería anudar un extremo del hilo a la entrada del laberinto y a medida que evolucionara hacia su interior, desenrollaría poco a poco el ovillo; una vez terminada su empresa (encontrar y matar al Minotauro) podría hallar el camino de regreso simplemente enrollando el hilo hasta llegar al umbral de entrada-salida.

 

El Minotauro se encontraba en el centro del laberinto o, según otras versiones, deambulaba por sus diferentes ámbitos especulares, desde los cuales emitía en ocasiones escalofriantes bramidos cuya vibración hacía temblar la sala del trono. Aunque no era visible debido a su confinamiento, la sociedad palaciega primero y la población general después, murmuraban acerca de la existencia de un terrible monstruo que escondía Minos en las entrañas mismas de su poder.

 

Al llegar la fecha fatídica del tributo humano ateniense, Teseo encabeza la lista de los catorce jóvenes (siete doncellas y siete jóvenes nobles) que se embarcan para Creta. Una vez en el umbral del laberinto, Teseo anuda allí un extremo del ovillo de Ariadna, e inicia su penetración en el recinto desconocido.

 

A pesar del temor que sentía, alentaba al grupo de victimas para no desfallecer en el propósito de culminar su misión con éxito. Después de un arduo, angustioso camino en medio de la oscuridad y un confuso olor penetrante a desechos, Teseo se encuentra, de pronto, con los ojos de la bestia. Paralizado de terror siente en su rostro la respiración profunda del Minotauro, pero cree leer en sus ojos todo el dolor de su existencia monstruosa e intuye el mensaje silencioso de la bestia pidiéndole la liberación. De inmediato toma una hoja de bronce que había ocultado al entrar y la introduce certeramente en el corazón del monstruo. Los bramidos de dolor hacen estremecer a Minos en su trono.

 

Para regresar, Teseo enrolla el hilo de Ariadna, mientras camina, hasta salir triunfalmente del laberinto. Afuera, se encuentra una multitud que lo ovaciona y celebra el fin del reinado de Minos.

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Esta fábula o mítica historia, está cargada de una rica serie de explicaciones diferentes y poderosas metáforas, a las que podemos darle muchísimas interpretaciones, así como a cada uno de los personajes que intervienen en la historia.  Desde el terrible laberinto diseñado por Dédalo, que representa un lugar oscuro, en donde cuando entras se te hace imposible salir, pasando por el engaño de Minos a los dioses, la infidelidad de la esposa con el toro blanco, el nacimiento del Minotauro, el hilo de Ariadna, el valor de Teseo, etc.

 

Sin embargo, y como ya es costumbre en estas historias cargadas de peleas, engaños, manipulaciones, venganzas, etc., podemos sacar algunas lecciones, que pueden llevarnos a análisis interesantes acerca de la naturaleza humana.

 

Recordemos que estas historias son parte de una mitología resultado de una mentalidad politeísta, en donde cada deidad representaba una virtud o algún pecado, algún dominio o algún valor. De cierta manera era una representación cosmogónica de la realidad, y las historias en sí mismas, constituían un muestrario de posibles conductas humanas, ya que de alguna forma esas divinidades representaban lo mejor o peor de nosotros, y servían para moralizar y ejemplarizar comportamientos.

 

Así como existe una idea de la cosmogonía griega que es muy parecida a la romana, también existió una egipcia, hinduista, cristiana, chamánica,  taoísta, etc. Como nos está vedado saber de dónde venimos, a través de estas historias damos una interpretación mágica a la presencia del hombre sobre la tierra, colocándonos en cuarta posición, como observadores privilegiados de las disputas, amores y formas de actuar de unos dioses que reflejan fielmente nuestros comportamientos.

 

Tratemos de desglosar algunas ideas de esta fábula para ir desarrollando interpretaciones.

 

La historia comienza con un engaño. Relata cómo Minos pidiéndole la ayuda a un dios, derrota a sus hermanos en el afán de quedarse con el reino que había dejado su padre. No lo hace a través de su capacidad, o de una derrota a través de un juego. Se apoya en un ser superior quien le concede ese maravilloso toro blanco, que de alguna manera le hace ganar la posición de rey. Aquí estamos hablando de la viveza, no de los méritos o la capacidad. Y por supuesto, queda comprometido con el dios, de devolverle el próximo año el animal en las festividades religiosas.

 

Poseidón aquí, o Neptuno en la mitología romana, es el dios de los mares. Creta es una isla, rodeada de agua por todas partes, tal como indica su definición. En otras palabras, Poseidón era el dueño mágico de Creta, y por ende del reino de Minos.  Gran deferencia le había hecho este dios a Minos, al entregarle el animal, como muestra de su poder y confianza.

 

“Pero al llegar el momento del sacrificio, Minos sucumbe ante la belleza del toro blanco —espécimen único, por su origen sacro y por representar un aval divino de su grandeza como rey— y decide sacrificar en su lugar, el mejor ejemplar que se había criado en los establos de palacio.”

 

Decide entonces Minos engañar al dios, con la ingenua esperanza de que éste no se daría cuenta.  Pregunto yo, ¿en qué cabeza cabe que ese dios, el señor de los mares, no se daría cuenta de semejante engaño?  Vemos aquí como el engaño, la mentira, son acompañadas por la avaricia y la arrogancia;  se muestra claramente la debilidad humana del rey de Creta.

 

El toro blanco era el símbolo de poder que quería conservar, pero si ya era el rey de Creta, ¿Por qué le hacía falta ese símbolo?

 

A continuación, viene la reacción del dios quien:

 

“De inmediato Poseidón descubre el fraude y concibe una acción destinada a recordarle al arrogante y codicioso rey que no se puede engañar a los dioses. Insufla a través de los ojos de Pasifae —esposa de Minos— una desmedida pasión por el toro blanco.

Debido al sortilegio, la reina miraba de hito en hito a la bestia. Día a día su atención estaba más ausente de las actividades palaciegas y sus desapariciones eran muy frecuentes, incluso durante los actos oficiales. Rondaba los establos presa de gran agitación, y sus acercamientos se hacían cada vez más temerarios, hasta el momento en que salta a los dominios de la bestia y aquieta al fin su cuerpo y espíritu enardecidos.

La memoria de ese encuentro crece en el vientre de Pasifae, poniendo ante Minos la revelación de estos extraños sucesos y su carácter punitivo. Tiempo después, Pasifae da a luz una criatura con cabeza de toro y cuerpo de hombre (Minotauro).”

 

Un rasgo típico de la cultura greco-romana, el dios se convierte en justiciero castigador, ante la afrenta cometida por el rey.  Las ideas de la cosmogonía parten del engaño, como la idea de que Eva convenció a Adán para comerse la manzana, violentando así la confianza de Dios. Qué decir del libre albedrio. ¿Cuál es el libre albedrio si tú no puedes decidir comer la fruta del árbol de la sabiduría? ¿Por qué dios que es todo poderoso y eterno, y conoce el devenir, no previó esa situación y evito la misma? ¿O era que eso tenía que suceder?

 

La venganza del dios Poseidón no se hizo esperar. Castigó al rey Minos, con una infidelidad real. Al rey no le quedó más alternativa que aceptar el castigo, que me imagino que a estas alturas, ya había aceptado como consecuencia de sus deliberados actos de engaño y arrogancia.

 

Para ocultar el deshonor que le ocasionó el todopoderoso dios Poseidón, escondió a la criatura, que sin duda le recordaría por siempre su error, ya que era un engendro humanoide con cabeza de toro; el minotauro.

 

Para hacerlo, se ingenió entonces, con uno de sus sabios, un laberinto, en el cual escondería al minotauro; éste viviría encerrado el resto de su vida, tratando de escaparse, y siendo alimentado de vez en cuando con carne humana fresca.

 

Ocultar los resultados de sus actos, es parte de la naturaleza humana. ¿Qué se esconde allí? ¿La vergüenza de la infidelidad? ¿El error de la esposa? ¿Cómo vivió la infidelidad real? ¿La arrogancia, la avaricia, el miedo? ¿Se esconde el fruto del pecado? ¿El fruto del error? Sin embargo, no cuenta la historia que pasó con la esposa, Pasifae, ¿qué fue de ella? ¿Por qué no protegió al fruto de su vientre y de su desenfrenado amor por el toro blanco?

 

Es acaso comparable la vergüenza de Poseidón similar a la de la infidelidad recibida por Minos. En este caso, la infidelidad es un castigo equivalente a la arrogancia o avaricia ¿Qué lección puede dejarnos esta comparación? ¿Realmente la infidelidad es resultado de esas emociones o está relacionado más con el engaño y la mentira que fueron las razones iniciales con las que comenzó la historia?

 

Minos, que al parecer no las tenía todas consigo, alimentaba periódicamente, con carne humana de 7 doncellas y 7 jóvenes nobles, al minotauro, una vez al año, y este tributo lo debía pagar la ciudad de Atenas, como consecuencia de un altercado oscuro en el que muere uno de los hijos de Minos, Androgeo.

 


En esta parte de la historia aparece el futuro héroe, Teseo, hijo del rey de Atenas, Egeo, quien se ofrece para integrar voluntariamente el grupo de 7 víctimas masculinas que por tercera vez serían enviados a Creta y entregados al Minotauro.

 

Veamos aquí los alcances de la historia, Minos obliga a Atenas, para no invadirla y destruirla, a que ellos entreguen lo que él necesita para alimentar al minotauro. ¿Por qué mantenerlo vivo? ¿Lo necesita? ¿Qué ganaba él con eso? ¿Qué era lo que realmente estaba alimentando? ¿El miedo, la vergüenza, el pecado? ¿Recordar su traición, su engaño?

 

Además, vemos los números, 14 jóvenes; 7 varones y 7 hembras, jóvenes, puros, doncellas. ¿Qué significado tiene? ¿Sacrifico la pureza en las fauces del miedo? ¿En las fauces del Minotauro? Sacrifica el yin y el yang, el número 7, un número mágico que significa profundidad, misterio.

 

Aparece el amor, en las manos de Teseo y Ariadna. Teseo el guerrero valiente, quien asume el compromiso de enfrentar las fauces del horroroso minotauro. Ariadna la hija del rey quien queda prendada de Teseo, el valiente y joven guerrero, dispuesto a ir a la guerra y a regresar vencedor a sus brazos.

 

Aparece el hilo de Ariadna como esa invisible conexión de dos seres humanos mágicamente entrelazados. ¿Es acaso que estos humanos pudieron alcanzar esto, por simple decisión? ¿No hubo intervención divina en el proceso? ¿Es que acaso Poseidón dio por satisfecha su venganza con la infidelidad de Pasifae? ¿Eso fue suficiente para hacerle pagar al rey su falta de respeto?

 

Este hilo de oro, infinitamente delgado que Ariadna le entrega a Teseo, con Dédalo de por medio, ¿que representa? ¿Representa la unión con la vida? ¿Representa el cordón umbilical que une la oscuridad con la luz? ¿Simboliza la unión a la madre que en este caso estaría personificada por la figura femenina de Ariadna, la tierra, el centro? ¿Representa la seguridad? ¿Encarna al amor?

 

Teseo penetra en la cueva del minotauro, en el laberinto, y siguiendo instrucciones amarra un extremo del ovillo a la salida, y va conduciendo a los otros jóvenes a la presencia del monstruo.  Hablo de monstruo porque nadie lo había visto, e imagino un ser deforme con cabeza de toro y cuerpo humano, lleno de rabia, miedo, odio, que destrozaba a sus víctimas en un santiamén.

 

Piensen en esa oscuridad, en donde tenían que penetrar estos jóvenes, casi niños, para satisfacer los deseos de un minotauro que debía ser alimentado con cierta frecuencia, para mantener a un cobarde rey en el trono.

 

Ahora imaginen la valentía y el coraje de Teseo, quien lleva el hilo mágico de Ariadna; que representa su amor, su conexión a tierra, para estar conectado a la realidad. Lleno de fuerza, lleno de coraje, penetra el laberinto, aun a sabiendas del riesgo que eso significa, se atreve, se enfrenta al inmenso miedo que puede significar lo desconocido.  Hay elementos importantes que destacar en Teseo, la confianza, la valentía, el cable a tierra, su astucia para no entrar sin posibilidad de salir del laberinto. También su sentido de liderazgo, su capacidad de cuidar a los demás, su sentido de responsabilidad por la tarea que estaba asumiendo.  Todo lo estaba preparando para ser el próximo rey. La renovación de la esperanza, la capacidad de enfrentar lo desconocido, derrotar el miedo, y ser capaz de superar las miserias de la vida.

 

“Después de un arduo, angustioso camino en medio de la oscuridad y un confuso olor penetrante a desechos, Teseo se encuentra, de pronto, con los ojos de la bestia. Paralizado de terror siente en su rostro la respiración profunda del Minotauro, pero cree leer en sus ojos todo el dolor de su existencia monstruosa e intuye el mensaje silencioso de la bestia pidiéndole la liberación. De inmediato toma una hoja de bronce que había ocultado al entrar y la introduce certeramente en el corazón del monstruo. Los bramidos de dolor hacen estremecer a Minos en su trono.”

 

En ese momento, “Teseo paralizado de terror, siente en su rostro la respiración profunda y agitada del Minotauro”.  Imaginen la oscuridad, sintiendo ese inmenso terror, paralizado, advirtiendo el mugir del minotauro. Estamos frente a una figura, que sin duda, pudo haber dado cuenta de Teseo en un segundo, y sin embargo, dudó.

 

Y ese microsegundo de duda, que posiblemente duró una eternidad, proporcionó la oportunidad, apareció el miedo en los ojos del minotauro, encerrado sin posibilidad de escapar, aterrado, encerrado, buscando desde hace tiempo una salida que no podía encontrar, lleno de ira, de rabia, de miedo.  Y quizás, ya cansado de eso, imploró morir, que fue el instante que aprovecho Teseo y cumplió con su cometido.

 

Fue Teseo el héroe, o realmente fue el minotauro quien cansado ante lo que era su vida, decidió simplemente entregarse, rendirse, cansado de vivir una vida sin sentido.

 

Era Teseo valiente, sin lugar a dudas, el minotauro representa sus miedos, y enfrentarlos con coraje hace que se “atreva” a dar el paso para enfrentarlos sin titubear y alcanzar sus objetivos. 

 

El minotauro muestra esos miedos terribles, que ruegan por ser derrotados, piden de rodillas que seas capaz de vencerlos para salir de la cárcel de tu propia mente, que es el laberinto que refleja ese caos sin salida.

 

Ese coraje de Teseo, nos muestra la fuerza que tienes cuando eres capaz de derrotar a esos monstruos que están en tu cabeza, que no existen, que han sido creados por ti.  Al estar conectado a la realidad, eres capaz de salir de allí y ser el dueño de tu reino. En otras palabras, eres capaz de convertirte en el amo de tu vida cuando tienes el valor de enfrentar esos temores que no te permiten avanzar.

 

¿Qué representa Ariadna? Siendo ella la hija de Minos, ¿cómo traiciona a su propio padre?, ya que si Teseo derrotaba al minotauro, su padre perdería el trono. ¿Estaba cansada de la situación? Ese reino, que posiblemente represente al Ser, está en manos de Minos, o el Ego, que por miedo a perder el poder mantiene al minotauro prisionero, asustando a todo aquel que se atreva a enfrentarlo, sin ser capaz de enfrentar sus propios miedos, sino que lo alimenta constantemente.

 

Ariadna podemos interpretarla como esa conciencia amorosa que reconoce que hay algo malo, ocultar a quien era su hermano, asumiendo que ella también es hija de Pasifae, cansada de vivir una vida basada en el engaño, en la mentira, avaricia, venganza, miedo, terror.

 

Así que Ariadna decide intervenir, y usa a Teseo como un elemento capaz de derrotar al miedo causado por el Monstruo.

 

Ariadna es la hembra, yin, la tierra que usa al yang, la fuerza, la energía, para enfrentar al miedo que está en lo profundo de su propia mente.

 

¿Cómo Minos entrega el reino sin pelear? ¿Cómo decide irse sin emplear un ejército que pudo derrotar a Atenas, pero no pudo derrotar a un muchacho o al minotauro? ¿Cómo queda Poseidón al ver que Minos fue derrotado, como consecuencia de su propia arrogancia? ¿Es la venganza del rey de los mares, la oscuridad, lo más acertado? O es que ¿Minos se mantuvo en el reino usando el miedo?

 

Todo esto que hemos comentado, es una interpretación libre y muy personal acerca de este tema, que no pretende en lo absoluto establecer comparaciones ni generar lecciones, sino simplemente servir como un elemento de guía, de consideraciones que tienen que ver con el desarrollo de la conciencia, y la capacidad que de vencer tus propios miedos.

 

Para finalizar, quiero recordar una imagen muy poderosa, la escena donde los ojos del minotauro reflejan el miedo y la desesperación. El horror del minotauro tiene que ver con mantenerse encerrado, escondido del mundo sin posibilidades de salir.

 

A veces sucede que tenemos más miedo de nuestros propios miedos, que lo que ellos realmente significan.  Hemos creado en nuestra mente una imagen que nos aterra y nos hace creer que tenemos que enfrentar a un monstruo que no existe, que simplemente está en nuestra cabeza. ¿Qué tenemos que hacer? pues, enfrentarlo. Atrevernos. Retarlo. Derrotarlo.

 

No hay mayor miedo que el que creamos en nuestra mente. En ese laberinto, en ese caos, en esa confusión, existen todos esos pensamientos que están creando monstruos constantemente y no nos permiten vivir en paz.  Cuando nos atrevemos a verlos de frente, a los ojos, y somos capaces de enfrentarlos, quizás entenderemos que “el tigre no es tan fiero como lo pintan”. Debemos ser valientes para derrotar al mal.

 

PREGUNTAS:

¿Qué te hace falta para enfrentar tus miedos?

¿Qué necesitas hacer?

¿Podemos derrotar el miedo cuando tenemos la valentía de ser vulnerables?

¿Qué significa esto?

¿Qué podemos aprender de esta lectura?

¿Qué está bien?

¿Qué está mal?

 

Simbología de los personajes:

 

Minos = Ego

Poseidón = Dios. Castigador. Punitivo.

Dédalo = Sabiduría.

Pasifae = Culpa

Minotauro = Pecado, Miedo, Venganza.

Egeo = El otro.

Teseo = Coraje, Valentía, Juventud, Atreverse.

Ariadna = Consciencia.

Ariadna – Teseo = Amor a ti mismo. Reconocerte.

 

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martes, 4 de octubre de 2022

CUENTOS Y PROGRAMA - EL TREN DE LA VIDA

 


Gotas de Sabiduría.

 




“Es preferible seguir en soledad hasta que llegue alguien que realmente complemente nuestra vida, de tal forma que sea mucho mejor que estar solo. Si no es así, no vale la pena.”

 

“Así como las relaciones necesitan tiempo para tornarse fuertes, tú también necesitas tiempo, para ser una mejor persona.”

 

(Fuente: Internet)

 

 

EL TREN DE LA VIDA

 

La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros.

 


Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado.  Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable...

 

No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida, nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida...

 

Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo. Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza. Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados.

 

Muchos al bajar, dejan un vacío permanente. Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos...

 

Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro. Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación. 

 


Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte.  De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar.

 

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas...  

 

Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos, pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.

El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.

 

A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...?  Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.

 

Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.

 

Amigos, hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena.

 

Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida.

 

Feliz viaje...

 




Tenemos infinidad de relaciones en nuestra vida. La primera de ellas comienza con nuestros padres, o las personas que nos crían, que normalmente son familiares cercanos. Luego de eso comienza a aparecer otra parte de nuestro grupo familiar integrado por nuestros hermanos, tíos, abuelos, etc., que forman parte del clan. Conforme vamos creciendo aparecen los maestros, profesores, que nos guían a lo largo de nuestro aprendizaje, nuestros amigos que elegimos libremente, y que vamos creciendo con ellos estableciendo relaciones cortas, o en algunos casos a muy largo plazo, y en algún momento aparece una relación que cambia y marca nuestra forma de ver el mundo y es nuestra pareja. Una de las relaciones más importantes y significativas en nuestra vida es la relación de pareja, y las consecuencias que se derivan de ella. Algunas buenas y otras no tan buenas.

 

En cualquier caso, toda relación en nuestra vida se establece con algún objetivo de aprendizaje, lo sepamos o no, lo entendamos o no.  En nuestro desarrollo vamos adquiriendo deseos, que luego plasmamos en distintos tipos de experiencias. Las relaciones en general, son parte de esos deseos que se convierten en experiencias. Ya sean familiares, de pareja, de amistad, de trabajo, etc. Usamos la proyección, y ellas son el instrumento sobre las cuales proyectamos aquello que queremos aprender. En cualquier caso, cada una de esas experiencias aparece para nuestra expansión, para el crecimiento de nuestro Ser. Quizás, nuestros lectores pueden confirmarnos si es cierto o falso que somos unos, antes de comenzar la relación, cualquiera que ella sea, y otros, completamente diferentes, cuando terminamos la misma.

 

En cualquier caso, toda relación nos lleva a la expansión de nuestro SER. Y por eso, es importante, que descubramos quienes somos, y que desarrollemos aquellas habilidades que necesitamos para interactuar en el mundo.

 

En cualquier caso, disfrutemos la vida, aprovechemos el viaje en el Tren de la Vida, disfrutemos el paisaje, mientras dura el viaje.

 


Para finalizar, del Libro: El increíble poder de las Emociones – Esther y Jerry Hicks:

 

“Me encanta estar contigo y en este momento me siento de maravilla a tu lado. Por cierto, soy responsable en todo momento de mis propios sentimientos. Pase lo que pase, tengo el poder de dirigir mis pensamientos para sintonizar con quien-soy-realmente y sentirme bien. Así que eres libre de vivir tu vida como te apetezca, porque yo estaré bien. Me gusta mucho estar contigo, vivir contigo y amarte, pero mi felicidad es cosa mía. 

 

Mi felicidad o mi infelicidad, son mi decisión.  Nadie puede hacerme feliz, sino yo mismo. Es mi responsabilidad. Asumo ese compromiso, conmigo mismo.

 

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miércoles, 21 de septiembre de 2022

CUENTO: EL PONTÍFICE

 



EL PONTÍFICE

 

En un lejano poblado próximo a las altas montañas, dos hermanos Jorge y Laureano despedían a su anciano padre que moría envuelto en una paz completa. A los pocos días, la herencia fue dividida y nacieron dos haciendas de lo que anteriormente era una sola tierra.

 

Al paso de los años, ambos hermanos habían ya desarrollado sus respectivas vidas y reinaba entre ambos un espíritu de colaboración y vecindad sincera. Los hijos de las dos familias crecían unidos y en las fechas importantes, unos acudían a la casa de los otros para celebrar los regocijos propios de las fiestas. Podía decirse que la concordia y la fraternidad reinaban entre aquellos dos hermanos de alma grande y serena.

 

Pero sucedió un día que un mal entendido de apariencia insignificante, que podía haberse apagado en un instante, generó tal aspereza que, como fuego arrasador, inundó a los hermanos en separación y discordia. Al poco, el silencio tenso y el reproche bronco, iban y venían entre aquellas dos tierras. Cada día que pasaba era más evidente que faltaba aquella alegría de los buenos momentos pasados y del mutuo apoyo en las tristezas.

 

Pasó un tiempo y de pronto, un día cuando Laureano se levantó al alba, cuán grande fue su sorpresa al ver como el río había sido desviado de su curso y ahora pasaba fronterizo dividiendo aún más las dos tierras. “¡No puede ser! ¡Has ido demasiado lejos en esta declaración de guerra!”, masculló con amargura. Fue entonces cuando su enfado todavía se hizo más virulento, llegando a prohibir tajantemente a sus hijos mirar o hablar con cualquier miembro de la otra casa.

 


El tiempo fue pasando y, con él también crecía el resentimiento, ya dueño y señor de las dos almas. Así las cosas, de pronto, una mañana Jorge descubrió que durante la pasada noche, Laureano había levantado una gran verja de madera, que junto a la orilla del río, todavía dividía más a las dos tierras. Los hermanos comprobaban incrédulos como la bola de nieve de odio y vergüenza seguía creciendo, sobre lo que un día atrás fueran sonrisas y hermosas promesas.

 

Así llegó el invierno y tras él la primavera, hasta que una tarde a la puesta del sol, se presentó en casa de Laureano un viajero que afirmaba ser carpintero. Pablo, que así es como se llamaba, pedía trabajo a cambio de comida. Pablo decía que tras arreglar los desperfectos que hubiera en el lugar seguiría la senda que llevaba. Y dado que parecía un buen hombre, no exento de habilidades y ganas, Laureano decidió contratar sus servicios y reparar la casa. Aquella noche de apariencia normal, como todas, nadie imaginaba lo que Laureano vería al levantarse al día siguiente por la mañana. Por lo que vio, aquel carpintero, por su cuenta y riesgo, se había dedicado a construir un puente de madera que cruzaba el río, y al parecer no contento con eso, había abierto una gran puerta en el muro que dividía ambas haciendas.

 



¡Quien le dio permiso a este señor! exclamó. No podía creer lo que sus ojos veían, al tiempo que sintió colérico un latigazo de ira. Sin titubear, se dirigió con paso rápido y amenazante hacia el carpintero, reclamando el despropósito de su llegada.

 

Al aproximarse al trabajador que se hallaba junto al río ¡Ohhh Sorpresa! ¿Qué vieron sus ojos? Su propio hermano avanzaba hacia él cruzando el puente con los brazos abiertos y su rostro empañado en lágrimas:

 


Y le dijo: “Querido hermano. Perdona mi orgullo y la terrible miseria que han envuelto tantos años a mi alma atribulada. He vivido en el odio y la desconfianza, hasta que hoy, de pronto, al despuntar el alba, he visto que habías construido un puente y que habías abierto una gran puerta. Una puerta que no sólo he sentido que abría la valla que separaba nuestra tierra, sino también lo más profundo de mi alma acorazada. Hermano, tu gesto me ha conmovido, tu iniciativa ha disuelto lo que atenazaba mi corazón de rencor y desconfianza. ¡Perdóname hermano!”

 

Laureano atónito, escuchaba aquellas palabras que como música reparadora suavizaban la seca aridez de sus íntimas moradas. Y conforme Jorge lo abrazaba compungido, Laureano sentía que una extraña rendición abría su pecho, mientras viejas heridas sanaban. Laureano sentía cómo aquellas lágrimas de su hermano barrían miedos soterrados que habitaban más allá de sus infancias.

 

Aquella noche, agradecido por el curso de la vida, se dirigió a la habitación del carpintero para pedirle que continuase trabajando en la casa. Al llegar, comprobó que éste había recogido sus cosas y que se disponía a seguir su marcha. Las miradas de ambos se encontraron, y ya no hubo palabras, el corazón de Laureano sabía que Pablo seguiría adelante hacia otras tierras. Laureano comprendió que muchos ríos de separación y violencia esperaban a aquel constructor de puentes, todo un “Pontífice” que convertía la guerra en cooperación fraterna.

 

 

Tomado del libro: Relatos Eternos, Cuentos para Aprender a Aprender, de José María Doria.

 

¿Qué parte de uno mismo representa el carpintero del cuento? En realidad el “hacedor de puentes” no es otra cosa que un “Pontífice” (ponte-fex, fex pontem: hace el puente). ¿Por qué al más alto mandatario cristiano de Occidente se le ha otorgado el nombre de Pontífice? ¿Tan valiosa resulta para todos la capacidad de construir puentes?

 

En las esferas de la religión cristiana, el llamado Pontífice o Papa es el máximo constructor del gran puente de la llamada religión que “re-laciona”, “Conecta”, “re-liga” a Dios y al hombre. Una dualidad, que señalan las religiones “ultramundanas” como lo pueda ser la religión cristiana, que en su trasfondo muestra, una milenaria oposición entre el espíritu y la carne, el cielo y la tierra, o bien el ángel y el diablo. Una oposición en la que El Papa o Gran Puenteador, elegido en cónclave secreto, integrará mediante su vida y obra.

 

Cualquier forma de puenteo o re-unión de cualquier dualidad, alude al acto de disolver el velo ilusorio de la separación con que aparecen los fenómenos y las cosas, ante nuestros sentidos. En realidad, el proceso de hacerse adulto es un proceso de diferenciación y discriminación de todas las cosas. Y sucede que en el “camino de vuelta a casa”, es decir cuando volvemos a ser niños en esa sabia ancianidad, es cuando uno mismo ha realizado un sostenido puenteo entre sus propias oposiciones y conflictos, y se adentra en un estado de conciencia denominado por los despiertos como “unidad” o “no-dos”.

 

Esta acción de regresar a la inocencia procediendo a unir e integrar todo lo percibido en una nueva y más alta unidad, no significa acabar con las diferencias, sino más bien comprobar la existencia de una especie de malla esencial que todo lo une y relaciona; es decir, una energía primordial que sostiene todas las realidades en una supra-realidad. Sin duda para alcanzar esta la experiencia de Totalidad se precisa la disolución de la separación con que nuestra razón ve las cosas y fenómenos del mundo.

 

Todas las religiones de una u otra manera han hablado de la unidad.  Y es que realmente no hay dos, tres o diez mil. Hay uno solo, llámelo como lo quieras llamar, Dios, Brahman, la Fuente, el Tao, etc.  Le hemos dado muchas interpretaciones a las situaciones, pero lo que es cierto es que vivimos en un mundo de unidad. La separación ha sido impuesta por nuestra manera de ver y entender el mundo.

 

Quizás, aquellas personas que tienen el don de iluminarse, ven el mundo de manera completamente distinta, y pueden entender la conexión existente entre todos los elementos y lo que sucede. Pero, para nosotros todavía es un poco temprano.  Sin embargo, quizás lo importante de este relato es la necesidad de construir puentes que nos permitan comunicar más y separarnos menos.  Hemos insistido muchas veces, que la vida no es lo que vemos, sino lo que interpretamos.  La realidad es neutra, el color lo colocamos nosotros.

 

Los hindúes tienen una bella teoría, a la que llaman koshas:

 


Hablan de que existen 5 koshas, cuerpos o envolturas, a saber:

 

1.    Annamaya kosha. Es la parte física, corporal. Tiene que ver con el cuerpo, comida, o derivados de la comida.

2.    Pranamaya kosha. Envoltura pránica, envoltura de energía, energía vital, que viene del aire, llena nuestros pulmones y alimenta nuestro sistema energético, nuestros meridianos, nadis, vasos maravillosos.

3.    Manomaya kosha. Envoltorio mental, es la presencia de nuestra mente, emociones. Todo lo que alimenta nuestra mente es resultado de esa energía sutil, “manas”. Si tenemos cuidado con lo que pensamos, seremos capaces de cuidar nuestro cuerpo mental. En este cuerpo es donde se registran nuestros juicios, creencias, condicionamientos, programaciones, samskaras, vasanas, etc.

4.    Vignanamaya kosha. El cuerpo de conocimiento, la intuición, la sabiduría.

5.    Anandamaya kosha. Es el cuerpo de felicidad absoluta y se extiende por todo el Universo. No tiene límites. Es donde reina la verdad, la realidad y el amor.

 

Los cuerpos están incluidos unos en otros hasta el Anandamaya kosha.

 

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