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sábado, 24 de septiembre de 2022

LA INTERPRETACIÓN PODEROSA

 



EL ARTE DE INTERPRETAR.

 

No vemos realidades; vemos nuestra interpretación de la realidad. Por lo tanto nuestro sesgo de bueno o malo, es resultado de nuestros juicios al respecto. Sin embargo, esto abre muchas posibilidades. Si nuestras interpretaciones son resultado de nuestros juicios, de nuestra forma de ver el mundo, de nuestros aprendizajes; entonces aquellas creencias limitantes podemos cambiarlas por expansivas, con solo cambiar el juicio que nos afecta.

 

Y ¿cómo lo hacemos?, tratando de develar, ya sea de forma personal o con ayuda profesional, de dónde viene ese juicio que nos afecta. Lo bueno, como ya lo hemos hablado en otros artículos es que los juicios están conectados con la dimensión corporal y emocional. Por lo tanto, si actuamos sobre esas dimensiones, podremos introducir los cambios necesarios para empoderarnos.

 

Esto también nos dice que podemos ser lo que queramos ser. Solo depende de nosotros y de nuestro deseo de cambiar y convertirnos en aquello que deseamos ser. No hay imposibles, solo nosotros tenemos el poder en nuestras manos de hacer nuestro sueño realidad. Solo tenemos que plantearnos qué queremos hacer, a dónde queremos llegar, y buscar las herramientas que necesitamos para dar ese salto, para alcanzar esa experiencia. Si nos organizamos podremos pasar del estado presente al futuro sin mayores inconvenientes; fijándonos metas, cambiando juicios y acciones asociadas que nos impiden alcanzarlo, transformarlas por otras más poderosas.

 

No existen entonces límites a tus sueños, o a tus deseos. Más bien lo que sucede es que nos acostumbramos a quedarnos detrás de la zona de confort, protegiéndonos con los muros del miedo.  El miedo es lo único que nos separa de nuestras metas. Y él está presente en aquello que creemos que va a suceder, pero que aún no ha sucedido, y que normalmente no sucede.  La mayoría de las veces, nos detenemos, no por lo que sucede, sino por lo que creemos que puede suceder. Es decir, nuestros pensamientos son los que nos limitan, no lo que pasa.

 

El miedo muchas veces nos puede paralizar, a pesar de que cuando enfrentamos la situación, la  misma no ofrezca ningún peligro. Todo está en nuestra mente, y en nuestra forma de entender la realidad.

 


Muchas veces, la forma en que entendemos las cosas, tiene que ver con aprendizajes de nuestro pasado. No significa que sean malos o buenos, sino que fueron la forma de entender por la que estábamos transitando en ese momento.  Lo importante, es que esos aprendizajes se pueden deshacer y convertirlos en experiencias más poderosas, que agreguen valor a nuestras vidas.  También decimos que, cuando cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.

 

¿Qué nos hace falta? Atrevernos. Intentarlo. Dudar de todo aquello que creemos que es cierto, ponerlo en tela de juicio y crear nuevas posibilidades. Como decía un maestro hindú: duda, hasta que dudes de tus propias dudas. Somos seres creativos y constantemente estamos expandiendo nuestra realidad, a través de nuestros pensamientos.  Solo tratemos de darnos la oportunidad apropiada, y encontremos el camino que nos lleva a vivir nuevas experiencias.

 

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viernes, 23 de septiembre de 2022

EL ARTE DE PERMITIR

 





EL ARTE DE PERMITIR

 

Quizás una de las cosas que más cuesta, y en particular lo digo por mí, es lo que se conoce como el Arte de Permitir. Es aquello que te hace entender que tú eres lo que eres, y eso está bien, pero el otro también es como es, y eso también está bien.

 

Entender que el otro es un ser completamente válido y respetable, a veces nos parece difícil, porque estamos acostumbrados a avasallar, a tener la razón, a justificarnos siempre. Y sobre todo, cuando nos sentimos ofendidos, nos ponemos a la defensiva. Porque en ese caso nos enfrentamos al miedo, y eso nos hace reaccionar, quizás de forma agresiva, sin entender que el otro está reaccionando también, desde su muy particular y especial realidad.

 

Si fuéramos capaces de soltar todos los juicios, creencias y condicionamientos que venimos arrastrando a lo largo de nuestra vida, y tan solo por un instante tratásemos de poner en blanco nuestra mente, sin buscar esas referencias pasadas, quizás podríamos entender el llamado de ayuda que nos está haciendo el otro, desde su muy particular forma de ver el mundo.

 


Si por un momento, tan solo, fuésemos capaces de soltar los juicios y tuviésemos la valentía de observar, qué es lo que a esta persona lo está haciendo reaccionar de tal o cual manera, quizás las cosas y los resultados serían diferentes. Quizás no tendríamos tantos conflictos.

 

Que diferente seria el mundo sin juicios, que viviéramos con compasión y amor hacia el otro, que sólo quiere estar allí, y entender su vida de esa manera.

 

Cuando dejamos que nuestros juicios sobre el otro nos perturben, estamos decidiendo entregar nuestra vida y nuestra energía a algo que no vale la pena. Cuando nos empeñamos en luchar en una batalla inútil, lo más probable es que salgamos derrotados, dominados y agotados energéticamente por haber empleado ese espacio de tiempo, para tratar de imponer lo que nosotros creemos que es cierto, válido o “debe ser de esa manera”, porque así lo aprendí.

 

Quizás si tuviésemos el coraje de observar al otro y preguntarnos ¿Por qué reacciona de esta forma? ¿A qué le teme? ¿Cuáles son sus miedos?, cambiaria nuestra forma de ver la vida.

 


Cuando miramos desde el Ego, miramos a través de ese sistema de pensamiento que hemos construido, que tiene como estructura todos esos juicios y condicionamientos que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida.  Esa estructura conforma nuestra historia, la cual está llena de “juicios y medias verdades” que hemos aceptado como válidos. Cuando nos enfrentamos al otro, simplemente esa estructura se estremece con la realidad, y a veces se tambalea o fractura. Es allí cuando aparece el miedo. El miedo nos enfrenta a una parte de nuestra historia que queremos defender. No porque sea buena. No, porque nos guste. Es porque no sabemos qué puede pasar si perdemos esa pequeña parte de nuestra historia. Nos aferramos a ella con tanta fuerza, queriendo imponer nuestra verdad al otro. Y el otro, quiere imponer, a su vez, su verdad a nosotros. Allí en ese roce, aparece el resentimiento.

 

Podemos hacer una metáfora, diciendo que el resentimiento es el resultado del cruce de dos historias que creen que tienen la verdad en sus manos. Ese roce al rojo vivo, calienta nuestras estructuras y nos hace tratar de protegerlas con otros juicios alrededor que buscan tan solo de justificar lo que pensamos; no la verdad ni la realidad, a las que no les interesan nuestros puntos de vista. Lo único que queremos es defender un juicio o pensamiento tan vacío, que un simple puente lo puede derrumbar.

 

Por eso decimos que es importante construir puentes. Puentes que sean capaces de conectar dos ciudades, dos historias, dos interpretaciones, y ojala suceda, como en la historia donde dos hermanos se reconcilian al entender que lo que hubo, fue un simple mal entendido.

 

Cuando no somos capaces de Permitir que el otro sea lo que es, sin saberlo, nos estamos haciendo daño. En primer lugar porque no le estamos dando la libertad de crear su propia realidad. Cuando no permiten nuestra expansión nos sentimos mal, y cuando no permitimos la del otro, también nos sentimos fatal.

 

 Cuando solo aceptamos o toleramos la situación, lo que estamos haciendo es colocándonos en una posición de superioridad, juzgando al otro desde nuestra historia, desde nuestra mirada, desde nuestros propios juicios y condicionamientos, y solo estamos aceptando lo que sucede. Pero no nos sentimos bien. Y esto se nota, porque detrás de esta tolerancia, seguimos emitiendo juicios para justificar lo que hemos hecho.  No olvidemos que nuestro Sistema de Guía Emocional, es infalible, nos dice aquello que nos hace bien o mal. Si sentimos una emoción negativa, nos conectamos con el malestar, y conforme lo hagamos, atraeremos más malestar a nuestra vida.

 

Si somos capaces de Permitirle al otro que viva su realidad, lo estamos viendo desde otro punto de vista. Desde un punto de vista en el que entendemos que ese es su proceso, es su historia, es su vida, y respetamos lo que allí suceda. Cuando “observamos”, y tratamos de entenderlo, y además nos conectamos con la solución y no con el problema, podemos contribuir con respuestas y no salir afectados por el mismo.

 

Por ejemplo, si visitamos a unos amigos que están enfermos y queremos ayudarlos a sanar, conectémonos con la salud, con la solución de esa enfermedad. Si pensamos en más enfermedad, estaremos reforzando el problema de nuestros amigos, y esto hará que nos sintamos mal, y que además, no los apoyemos. Si nos enfocamos en la solución, lo más probable es que las cosas cambien para todos.

 

Algo muy común y que nos pasa siempre, es NO PERMITIR cuando vemos a otras personas hacer cosas que nos parecen imprudentes. Por ejemplo, en mi caso particular, cuando veo a un motorizado que se atraviesa frente a un carro, que viene en contra flecha o al contrario de la vía principal, que habla por el celular en plena autopista, que anda muy rápido por entre los carros o que no te permite pasar de un canal a otro.  Tratemos de entender su punto de vista. Tienen mucho miedo, de hecho si tienen un accidente no les va a ir bien. Normalmente están apurados, porque tienen varios trabajos, y tratan de cumplir con todos, para poder llevar dinero a sus casas.  En ese mismo orden, accidentarse ellos o sus motos, implica no poder llevar dinero a sus casas. Se lanzan de forma descuidada porque se han contado la historia de que son muy hábiles y pueden reaccionar con rapidez, esquivando lo que sea sin que suceda nada. A veces, dejan de lado la prudencia. También, tienen una hermandad en la que se sienten protegidos, pero al final no lo están. Saben que están solos y por eso andan siempre a la carrera y a la defensiva. Después de oír estas ideas y quizás alguno me podría dar otras razones, es posible que los veamos de manera diferente.

 

Si cumplimos con nuestra parte, es decir manejamos con prudencia, de forma consciente, respetamos y apreciamos al otro, y nos damos cuenta de su mirada, podemos ser empáticos y entender un poco de su mundo, y a la vez actuar de manera más sabia en estos casos. Cuántos de ellos no son padres de familia y personajes responsables y muy sanos, que como dicen ellos “chambean” con sus motos.

 


Así que PERMITE Y PERMÍTETE.

 

Para finalizar solo quiero agregar algunas ideas que nos permiten acercarnos un poco a la Paz. Así como la hace unos dias hablamos del IKIGAI, o de vivir la vida con sentido, hoy vamos a recordar brevemente algunas ideas:

(Siete lógicas aplastantes)

1.           Firma la paz con tu pasado, para no echar a perder tu presente.

2.           Lo que los otros piensan de ti, no es tu problema.

3.           El tiempo lo cura casi todo, dale tiempo al tiempo.

4.           Nunca te compares con los demás. No sabes de ni dónde vienen ni a donde van.

5.           Nada fuera de ti debe determinar tu felicidad. Busca en tu interior.

6.           Deja de pensar tanto. Sobre pensar es crear problemas donde no los hay.

7.           Sonríe. Si lo piensas bien siempre encontraras una buena razón.



 


Y recuerda, una persona a la que no le importa estar sola, es extremadamente poderosa. Porque cuando estas cómodo solo, no te conformas con menos de lo que vales. No negocias tus valores. Cuando sabes estar solo, la compañía es solo una opción, no una necesidad, así que te vuelves exigente. Los que saben estar solos, entienden que eso es mejor que estar con gente que te hace sentir solo. Cuando aprendas a estar solo, serás imparable.

 

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miércoles, 21 de septiembre de 2022

IKIGAI

 



¿Cuál es tu IKIGAI?

 

Según los japoneses, todo el mundo tiene un IKIGAI, un motivo para existir. Algunos lo han encontrado y son conscientes de su IKIGAI; otros lo llevan dentro, pero todavía lo están buscando. Este es uno de los secretos para una vida larga, joven y feliz como la que llevan los habitantes de Okinawa, la isla con la población más longeva del mundo.

 

Algunas ideas que pueden ayudarte a encontrar tu IKIGAI. Solo trata de ponerlas en práctica.

 

1. Mantente siempre activo, nunca te retires.

 

Quien abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de su vida. Por eso, incluso después de haber terminado la vida laboral «oficial», es importante seguir haciendo cosas de valor, avanzando, aportando belleza o utilidad a los demás, ayudando y dando forma a nuestro pequeño mundo.

 

2. Tómatelo con calma.

 

Las prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Como dice un viejo proverbio: «Caminando despacio se llega lejos». Cuando dejamos atrás las urgencias, el tiempo y la vida adquieren un nuevo significado.

 

3. No comas hasta llenarte.

 

También en la alimentación para una vida larga, «menos es más». Según la ley del 80%, para preservar la salud mucho tiempo, en lugar de atiborrarse hay que comer un poco menos del hambre que tenemos.

 

4. Rodéate de buenos amigos.

 

Son el mejor elixir para disolver las preocupaciones con una buena charla, contar y escuchar anécdotas que aligeren la existencia, pedir consejo, divertirnos juntos, compartir, soñar... En suma, vivir.

 

5. Ponte en forma para tu próximo cumpleaños.

 

El agua se mueve, fluye fresca y no se estanca. Del mismo modo, tu vehículo para la vida necesita un poco de mantenimiento diario para que pueda durar muchos años. Además, el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad.

 

6. Sonríe.

 

Una actitud afable hace amigos y relaja a la propia persona. Está bien darse cuenta de las cosas que están mal, pero no hay que olvidar el privilegio de estar aquí y ahora en este mundo lleno de posibilidades.

 


7. Reconecta con la naturaleza.

 

Aunque la mayoría de seres humanos vivan en ciudades, estamos hechos para fundirnos con la naturaleza. Necesitamos regularmente volver a ella para cargar las pilas del alma.

 

8. Da las gracias.

 

A tus antepasados, a la naturaleza que te provee aire y alimento, a tus compañeros de vida, a todo lo que ilumina tu día a día y te hace sentir dichoso de estar vivo. Dedica un momento del día a dar las gracias y aumentarás tu caudal de felicidad.

 

9. Vive el momento.

 

Deja de lamentarte por el pasado y de temer el futuro. Todo lo que tienes es el día de hoy. Dale el mejor uso posible para que merezca ser recordado.

 

10. Sigue tu IKIGAI.

 

Dentro de ti hay una pasión, un talento único que da sentido a tus días y te empuja a dar lo mejor de ti mismo hasta el final. Si no lo has encontrado aún, como decía Viktor Frankl, tu próxima misión será encontrarlo.

 

11. Deja de ser la Victima.

 

Conéctate con tu Ser superior, con tu mayor vibración, vive y disfruta el momento. Deja el victimismo. Si algo no se dio, agradece porque no se dio. Si en cambio, si se dio, entonces agradece que si se dio.  Disfruta lo que sucede sin hacer críticas innecesarias.

 

12. Deja de criticar.
 

Te conecta con el victimismo. El victimismo hace que tú no seas el dueño de tu vida. Es decir, la victima siempre pone su vida en manos de otro, al que responsabiliza de lo que le sucede. Si tienes capacidad de decidir, y fundamentalmente esa capacidad tiene que ver con lo que aceptas o no de lo que te sucede, entonces, decide cambiar aquello que puedas y aceptar, aquello que no puedas cambiar. Es simple. De esa manera, no perderás el tiempo quejándote de aquello que te sucedió y que de acuerdo contigo no pudiste hacer nada para resolver. Si sucedió de esa manera, es que de alguna forma no estabas conectado con esa situación, y estabas conectado con que no sucediera.

 

Aprende que tu vibración te conecta con aquello que vibra en tu propia frecuencia. Es decir, si vibras en paz y armonía, recibirás paz y armonía, porque hacia allá se orienta tu vibración. Si en cambio vibras en rabia y celos, te conectaras con esas vibraciones negativas, que bajaran tu frecuencia y te harán sentirte mal contigo mismo.  Recuerda todo lo que es tuyo vuelve a ti, y de hecho vuelve a ti multiplicado.

 

No te olvides que el mundo que tú ves es la proyección que tú haces desde tus propios juicios y creencias. Nunca vas a ver lo que el otro cree, sino lo que tú crees representado en el otro. Si crees que el otro es bueno, lo será. Si no lo crees, será lo que tú quieras creer que es.

 

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miércoles, 7 de septiembre de 2022

SOLTAR EL APEGO EMOCIONAL

 



SOLTAR EL APEGO EMOCIONAL

 

En nuestro programa de Radio, estuvimos conversando acerca del apego emocional y como nos afecta. Para ello trajimos una pequeña historia que sirvió de ilustración al tema que queremos tratar. A continuación, del libro Relatos Eternos, de José María Doria.

 

 

SOLTAR LA CUERDA

 

Tshunulama era una muchacha que sentía su corazón esclavizado por una relación de amor. Y por más lágrimas que sus ojos derramaban, y por más que su mente le decía que tenía que soltar y nacer a la verdadera independencia, su corazón no sabía cómo salir del torturador apego que padecía. Noche tras noche, tan solo experimentaba un recuerdo obsesivo de aquel ser ante el que se sentía ignorada y humillada.

 

Tshunulama estaba confusa y frustrada, cada vez comía menos y no mostraba verdadero interés por nada. Así pasaban las horas y los días, atrapada en temores e imágenes pasadas, mientras contemplaba el cielo del atardecer deseando que su vida terminara. Tshunulama sentía que se había convertido en una esclava del recuerdo, agarrada a una cuerda de su memoria que no podía soltar su mano aferrada. Soltar...tan sólo de pensarlo el miedo aterrador la invadía...

 

Un día aparentemente como otro cualquiera, soñó que saliendo de su corazón, aparecía ante su vista la imagen de un anciano de ojos profundos y de mirada familiar y sabia... Aquel anciano, dirigiéndose a ella pleno de ternura, le dijo:

 

“Basta, no temas, suelta la cuerda que ata tu vida y esclaviza tu alma.”

 

“No puedo, es que no puedo” -Respondió Tshunulama- “Me da miedo, caería, siento que me moriría... es superior a mí”...

 

“No es así”. Contestó él. “Desde que tu corazón se siente esclavo, has dejado de vivir tu propia vida. Tú eres capaz de soltar Tshunulama, cuando así lo hagas, tú sabes en lo más profundo de ti que sentirás un gozo muy intenso y la paz que mereces. Anda, comienza por soltar un dedo”

 

“No puedo”, decía ella. “No obstante, ¿podré hacerlo? ¿Será seguro? ¿Tengo el coraje suficiente? Se preguntaba en pleno conflicto. De pronto, aprovechando una brisa de esperanza, soltó un dedo y aceptó el riesgo... Al momento, se sintió aliviada al ver que no caía, ni nada terrible sucedía, sino que por el contrario una sensación de libertad y paz acariciaban su alma... Pero, ¿sería posible mantener aquella paz y felicidad? se preguntaba comenzando a sentir las sombras de las emociones y ataduras viejas... 

 

“Confía en mí, le dijo el anciano, respira hondo y mira en tu interior”...

 

Tshunulama siguiendo sus indicaciones sintió que podía ver con claridad sus miedos, y con una serenidad inusitada contempló a las partes más ruidosas de su mente proclamando que soltar más la cuerda sería una locura... voces asustadas que le advertían que el hecho de soltar iba en contra de todo lo que había hasta entonces deseado e incluso aprendido... Sentía que si soltaba, lo que en realidad, le esperaba era un oscuro abismo de desamor y soledad.

 

¿”Deseo realmente la libertad y la autonomía como para arriesgar lo que tanto aprecio”? Se decía. ¿”Cómo puedo estar segura de que no caeré”? Tshunulama respirando profundamente, comenzó a explorar sus miedos y sus deseos ¿Qué era realmente lo que quería de la vida? ¿Cuáles eran sus verdaderos propósitos? ¿Para qué había nacido? Sin darse casi cuenta, su mente se ensanchaba...

 

Poco a poco, comenzó a sentir sus dedos más sueltos y conforme permitía que algo muy profundo aflojara su mano aferrada, también una corriente de paz y renacimiento brotaba en su alma...

 

Ya tan sólo quedaba un dedo asido fuertemente a la cuerda que la esclavizaba... una parte de ella le decía que ya debía haberse caído a ese abismo que tanto temía... sabía que soltar ese último dedo era algo que dependía exclusivamente de ella... intuía que sus miedos eran tan sólo fantasmas de su mente, recuerdos de viejas pérdidas, memorias de antiguas heridas que se agolpaban y confundían su cabeza.

 

Confiando en su intuición, aflojó el último dedo y, de pronto, observó que nada sucedía... comprobó que permanecía exactamente donde estaba... y entonces se dio cuenta atónita que había estado todo el tiempo sobre el suelo... todos sus miedos tan sólo habían sido vividos en su mente... podía salir, abrir puertas y ventanas, sentir el horizonte y respirar la fuerza de la vida que en su interior ya circulaba. Todo el Universo renacía en el rostro sonriente de una nueva Tshunulama.

 

Su corazón era libre y ya podía aprender a sentir qué era el verdadero amor y libertad que intuía su alma.


 

ALGUNAS IDEAS:

 

Cuando tenemos estos apegos emocionales, somos esclavos de nuestros pensamientos, que no permiten que liberemos los miedos y las dudas.  Tenemos tanto miedo de soltar, que se convierte en una atadura difícil de separar.  Lamentablemente, este vínculo nos conduce al sufrimiento, ya que mentalmente nos deja pegados a esa situación.

 

Cuando finalmente entendemos que tenemos el poder de liberarnos de esos miedos, que no pasa nada, y además, que la vida cambia por completo, es entonces cuando entendemos que estuvimos atados a una ilusión que nos mantuvo presos innecesariamente.

 

1.    ¿Qué es el apego? ¿Dónde reside? ¿a qué nos apegamos? Normalmente siempre vamos a encontrar que estamos atados a una manera de pensar que no nos permite avanzar.
2.    ¿Cómo podemos manejarlo? Podemos preguntarnos honestamente, ¿qué es lo peor que puede pasarnos si soltamos? Si somos capaces de ver ese miedo y lo que genera en nosotros, seremos capaces de seguir adelante.
3.    ¿Soltar el apego es como un duelo? Más bien es una liberación. Es una idea que hemos atesorado durante mucho tiempo, y que deja de tener utilidad. Desaparece. Podemos estar apegados a lo que creemos que somos, a un amor imposible, a un sueño inalcanzable, etc.
4.    ¿Cómo reconocemos que estamos apegados? En estos casos, hay un sufrimiento que nos mantiene pegados a esa sensación.
5.    ¿Somos conscientes del apego? No necesariamente. Puede incluso formar parte de una creencia profundamente arraigada en cada uno de nosotros.
6.    ¿El apego conduce al sufrimiento? Sin lugar a dudas.
7.    ¿Dónde está el sufrimiento? Solo se encuentra en nuestra mente.
8.    ¿Cómo podemos liberarnos del apego? Reconociendo que está presente, que nos limita, y que hay más posibilidades sin él, que con él.
9.    ¿Qué podemos hacer para soltarlo? En primer lugar, reconocerlo. Cuando lo hayamos hecho, lo que nos queda es liberarnos del apego. Quizás no podemos ver que lo tenemos, incluso puede ser una adicción muy fuerte que no sabemos de donde proviene. En ese caso debemos buscar ayuda.
10.  ¿Nos comprometemos cuando estamos apegados? No deberíamos hacerlo, ya que no vamos a tener una relación sana con el objeto del apego.
11.  ¿Qué relación tiene el apego con el miedo? Están indisolublemente conectados. El apego nos hace sentir la amenaza de la ausencia.

 

Mantenernos atados a una persona, un trabajo, una idea, a un pensamiento, a un juicio, a una creencia, etc., consumen una enorme cantidad de energía, y además nos mantiene en un continuo estado de sufrimiento que debilita nuestras defensas, nuestro cuerpo. Sólo por un momento imaginemos el poder que pudiéramos tener si elimináramos nuestros apegos, y empleáramos esa energía para tener una vida plena y satisfactoria.

 

Te invito a liberarte de tus apegos y creencias limitantes. Si no sabes cómo, simplemente pregúntame.

 

 

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lunes, 1 de agosto de 2022

Te has Preguntado...

 



Te has preguntado:

 

A veces nos sentimos molestos por lo que creemos que piensa el otro acerca de nosotros, o de lo que nosotros hacemos. Pero, ¿Cómo podemos saber qué es lo que está pensando el otro?

 

Realmente es difícil de adivinar qué puede estar pensando, ya que probablemente el único que lo sepa sea él mismo. Nosotros solo podemos controlar nuestros pensamientos, por lo tanto, lo que nosotros creemos que piensa, tiene que ver con nosotros más que con el otro.

 

Y normalmente es así, lo que creemos del otro tiene que ver con nuestros juicios, creencias o condicionamientos.  Así que cualquier cosa que se nos ocurra, son mis pensamientos los que me están afectando. Por lo tanto, no hay nada que podamos decir del otro, sino más bien de nosotros. Dicho de otra forma, lo que decimos o pensamos del otro tiene que ver con la manera como nosotros vemos la vida.

 

En este caso, no hay nada que nos diga que algo pasó, y lo que nos corresponde es entender y soltar, sea cual sea la situación que estemos viviendo. Por esa vía podemos liberarnos de cargas innecesarias.

 

¿Qué es lo que debemos entender? Pues cuales son nuestros juicios que determinan que veamos el mundo de esa manera, que generan conflictos y no respuestas. Si somos capaces de cuestionar nuestras creencias, podremos ampliar nuestra zona de confort.

 

Asimismo, si consideramos necesario iniciar una conversación, cualquiera que ella sea con la intención de coordinar acciones,  coordinar posibles acciones o conversaciones, o se hace necesario un reclamo o una disculpa, es importante que lo hagamos desde nuestro sentir para alcanzar la comunicación apropiada con el otro y solventar diferencias.

CONCLUSIÓN

El trabajo de crecimiento personal es constante, y debe ser realizado paso a paso, generando aprendizajes continuos, a fin de mejorar nuestras relaciones y sobre todo nuestra vida. Mostrarnos tal como somos y ser capaces de abrazar nuestras emociones nos abren la puerta a la paz y a la felicidad. Reconocernos como seres humanos completos, y muchas veces complejos.

PREGUNTAS

¿Te hizo algún sentido lo que comentamos aquí?

¿Cómo enfrentas tus situaciones con el otro?

¿Qué te impide soltar y ser feliz?

 

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sábado, 30 de julio de 2022

¿Que es lo que te limita?

 




¿Qué es lo que te limita?

 

A veces nos preguntamos: ¿Qué nos sucede? ¿Qué nos impide alcanzar nuestros sueños?

 

Muchas veces no entendemos que el único responsable de esas limitaciones somos nosotros mismos, por diferentes causas:

·         Tenemos miedo a ser felices.

·         Tenemos miedo al cambio.

·         Tenemos miedo al éxito.

·         O también, saboteamos nuestros sueños.

 

Hemos hablado en otras ocasiones de nuestra zona de confort. Y esa zona de confort es ese espacio en el cual nos sentimos cómodos, estamos tranquilos porque pensamos que nada nos puede suceder en ese espacio.  Es como una zona de seguridad en donde sabemos todo lo que nos sucede, y no vamos a ponernos a prueba. De allí el miedo al cambio. Nos sentimos confortables, y cualquier cambio implicaría asumir nuestra responsabilidad por el mismo y enfrentarnos a lo desconocido.  Aunque a veces, eso que desconocemos puede ser aún más cómodo, placentero y lleno de posibilidades, que este espacio desde el cual no queremos salir.

 

Cuantas veces no hemos postergado una decisión, porque creemos o sentimos que no queremos arriesgarnos. Nos sentimos amenazados ante el cambio, y creemos que es mejor permanecer en nuestro espacio conocido. Sin embargo, tenemos todo lo que hace falta para poder dar ese salto, y lo único que nos falta es ese pedacito de confianza, que quizás es un aprendizaje del pasado, que impide que nos movamos en la dirección apropiada.

 

En esos casos, nos saboteamos innecesariamente ya sea porque creemos que nos somos capaces, o que no lo merecemos.  En cualquiera de los casos, detrás de eso se encuentra una creencia que no nos permite avanzar, y es la que tenemos que descubrir.

 

Aquí nos damos cuenta que podemos perseguir el éxito, pero nunca alcanzarlo, ya que nos auto saboteamos por algo que aprendimos en algún momento.

 

¿Qué podemos hacer?

 

Lo que está claro es que debemos llevar ese aprendizaje a nuestra consciencia a fin de que podamos resolver la situación. Darnos cuenta de qué nos impide avanzar y por qué. Tomar las medidas y  decisiones necesarias para avanzar.

 

De la misma forma, el miedo a ser feliz; sentimos que no lo merecemos, que no somos dignos, que tenemos que sacrificarnos para alcanzar algo, o que eso que deseamos no es para nosotros.  Cuantas veces no nos ha sucedido que damos un paso atrás por esa supuesta seguridad.

 

Caso de ejemplo.

 

Una vez un cliente de nombre Emilio, vino a consulta porque me indicó que tenía que tomar una decisión, pero sentía que le costaba mucho hacerlo, y quería que le ayudara.  Entonces:

E: Quiero saber qué es lo que me impide avanzar. Hay una posible promoción en mi área de trabajo, sin embargo, siento que no podré con ella. Que no seré lo suficientemente bueno como para aceptarla. Y constantemente estoy buscando excusas para evitar enviar los documentos a mi jefe y postularme al nuevo cargo.

C: Qué te hace pensar que no puedes con la promoción? Qué te limita?

E: No lo sé. Me siento inseguro.

C: De donde viene esa inseguridad?

E: Es que a veces creo que no puedo alcanzar lo que quiero?

C: Dices que crees que no puedes alcanzar lo que quieres. Cuando aprendiste esa creencia?

E: Bueno, fue hace tiempo, me costaba hacer ciertas cosas en el colegio, y tenía que pedir ayuda para lograrlo.

C: Quien te ayudaba?

E: Era mi madre.

C: Como te ayudaba?

E: Ella se preocupaba porque yo saliera bien en la escuela, y se sentaba a hacer las tareas conmigo, e incluso a veces las hacía por mí.

C: Y eso lo hizo siempre?

E: Como es eso de siempre?

C: Entiendo que eres un profesional. Eres administrador. Pregunto si ella siempre te hizo las tareas, incluso en la Universidad.

E: No, por supuesto que no.

C: Entonces no lo hizo siempre. Y como te pudiste graduar si ella no te ayudo a hacer las tareas?

Emilio se queda pensando por un rato.

E: Tienes razón, no me había dado cuenta. Uso esa excusa como una muletilla para no atreverme.

C: Que sientes ahora?

E: No tengo duda de que puedo tener esa promoción. Soy la persona con más méritos para alcanzarla. He hecho todo lo necesario para estar en esa posición. Me la merezco. Sin duda, entregare esos documentos esta misma tarde. No esperare más.

(Para proteger la identidad y confidencialidad de la situación, hemos inventado un nombre a nuestro cliente y resumido su proceso de cambio).

 

La diferencia entre atreverte y no hacerlo, está en que no sabes lo que puede suceder. En el caso de Emilio, entrego los documentos y al poco tiempo fue nombrado Jefe del Área en cuestión, y su desempeño fue admirable. Lo único que lo separaba de sus sueños era su miedo a lograrlo.

 

Y eso nos pasa a todos. Inclusive no nos atrevemos a contratar una sesión de Coaching, porque no sabemos con qué nos vamos a encontrar. Quizás sea la mejor experiencia de tu vida, cuando puedas generar aprendizajes más poderosos que generen en ti más posibilidades de crecimiento y desarrollo. ¿Qué te impide hacerlo?

 

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