ENTENDIENDO EL RESENTIMIENTO.
El
resentimiento nos convierte en esclavos.
Frederick
Nietzsche.
Lo primero que debemos preguntarnos
es: ¿Qué es el resentimiento?
“El
resentimiento está vinculado al estado emocional de la rabia o ira, sin embargo
ésta se manifiesta abiertamente. El resentimiento por el contrario, permanece
escondido, se mantiene como una conversación oculta. Crece en el silencio y
rara vez se manifiesta directamente.” (Rafael
Echeverría, Ontología del Lenguaje, pág. 183)
El resentimiento crea un estado de
ánimo, gobernado por una emoción negativa como lo es la rabia, que limita las
posibilidades de accionar del individuo.
Normalmente está acompañado por juicios de factibilidad o posibilidad,
que impiden alcanzar lo que el individuo desea o siente que le conviene.
Esos juicios presentes son
aprendizajes que has acumulado, experiencias que has tenido a lo largo de tu
vida y que son parte de tu interpretación particular de la realidad. En ningún momento significa que sean ciertas.
Todos esos juicios son historias que
te has contado en relación a quién crees que eres, no a quien realmente
eres. Esas historias con las que te
identificas, te limitan. Tú tienes un potencial infinito de posibilidades.
No hay nada que pueda limitarte. Lo
único que te limita son tus creencias. Además, realmente nunca ha pasado nada.
Solo sucede aquello que tú crees que sucede, que sirve de soporte a la historia
que te has contado.
La historia que te has contado, te
define. Crees que eres de tal o cual
forma. Todo lo que haces tiene que ver con esa personalidad que piensas que
eres. En otras palabras, lo que sucede
tiene que ver con tus juicios personales, que confirman la historia sobre quien
tú afirmas que eres.
Cada uno de nosotros nos contamos
historias diferentes, pero además, estas historias están magistralmente
entrelazadas, a tal punto que le dan vida a historias mayores. Es como si
estuviéramos desarrollando el guión de una obra de teatro, donde cada personaje
interactúa perfectamente con los demás actores, desde distintas perspectivas. Cada
compañero se constituye en un espejo de aprendizaje que nos permite ver en él,
aquellas cosas que no vemos de nosotros mismos.
No vemos el fluir de la vida tal
como sucede, sino tal como creemos que sucede. Y hay una gran diferencia. Si
piensas que aquello que afirmas que sucede, realmente nunca sucedió, sino que fue
parte de tu interpretación sesgada de la realidad, entonces te darás cuenta de
que no hay motivos para tener resentimiento, estar molesto o tener miedo. Todo lo que crees que sucede, ocurre
solamente en tu mente, nunca en la realidad. Todo aquello que te aleja del otro
o te molesta, forma parte de tus ideas, no de lo que efectivamente sucede.
Cuando nos damos cuenta de esto,
volvemos a un estado natural de dicha y paz infinita, propia quizás de aquellos
santos y sabios de la antigüedad que entendieron ese maravilloso estado. Allí
podemos comprender por qué ellos hablan de la aceptación y el desapego. La aceptación para entender que todo fluye de
acuerdo a un plan de la naturaleza, que desconocemos. Hay un flujo continuo y
una constante transformación de las energías, a través de un continuo que
llamamos vida. Ese concepto de lo que es vida, es como aquello inmutable con
miles de posibilidades que se producen todo el tiempo; siendo el tiempo un concepto
inventado por el hombre, que tan solo nos habla de la velocidad de cambio de
esos procesos.
Por otro lado, está el desapego, que
nos invita a no permanecer anclados a unos juicios, creencias, patrones,
programaciones, etc., habituales. Nos dice que estemos dispuestos a abrirnos a
las infinitas posibilidades que nos plantea la realidad.
Cuando vemos la realidad de cierta
manera, todo lo que vemos confirma la forma como la vemos. Sin embargo, si
tenemos la voluntad de cambiar nuestra mirada, y descubrir nuevas
posibilidades, encontraremos caminos diferentes a los actuales que nos acercarán
a inéditos estados, que ni siquiera imaginamos. Las nuevas oportunidades son
infinitas, solo depende que seamos capaces de aceptarlo.
Si podemos llevar a la consciencia
aquellos pensamientos que han marcado nuestra vida, y que están en la
profundidad del inconsciente, es posible que podamos descubrir y alcanzar
nuevas metas.
Por ejemplo, si profundizo en mis
pensamientos, descubro que tengo una creencia de ser: “el niño bueno”. ¿Por
qué? Porque sentí que de esa manera garantizaba el amor de mis padres. Quizás sentía rechazo o abandono si no
adoptaba esa conducta, y con el tiempo la fui adoptando. En mi época, era
normal, ya que debías ser un niño bueno y obediente, porque eso era lo que tus
padres esperaban de ti. Entonces, como
niño asumí responsabilidades que no me correspondían, callé muchas veces para
no decir aquello que me molestaba, cedí para no discutir y convertirme en
rebelde, acepté decisiones y compromisos que no debí, solo por demostrar que
seguía siendo un “niño bueno”. Lamentablemente,
ese síndrome del “niño bueno” me ha acompañado durante toda mi vida, llevándome
a sentirme incómodo, molesto, humillado o maltratado por diferentes personas,
asumiendo responsabilidades que no me correspondían, ansiando un estado de
soledad e independencia, para alejarme, porque no me sentía lo suficientemente
“bueno”.
Por tanto, lo que sucedió en mi
vida, como resultado de esa interpretación es mi responsabilidad. Con este
pensamiento en mente, asumo la responsabilidad de cambiar la creencia, y ser
capaz de vivir en paz y dicha eterna. Me sucede, cuando veo a los niños, y disfruto
su inocencia y felicidad, entiendo que ese es nuestro estado natural. Un estado de dicha y tranquilidad que te
permite vivir, acumulando experiencias, disfrutando del presente, encontrándote
contigo mismo y haciendo lo único que puedes hacer en ese estado que es: amar
al otro tanto como a ti mismo.
Nadie tiene el poder sobre tu vida,
a menos que tú se lo entregues. Si vives en resentimiento, le otorgas el poder
al fantasma que te molesta o incomoda. Y aunque el otro no lo sepa, permaneces rumiando
lo que crees que sucede, sin conseguir soluciones.
Es entonces cuando debemos buscar
alternativas a través de conversaciones; hacer solicitudes, o quizás emplear la
asertividad como una herramienta para liberarnos de las ataduras mentales que
tenemos. El perdón como mecanismo que
nos ayuda a entender que lo que creemos que sucedió, nunca sucedió, es la
herramienta apropiada para trabajar esos juicios.
Cuando entiendes que nada pasó, sino
que esas creencias que forman parte de tu identidad, no son más que ideas y
juicios que hiciste acerca de lo que sucedió, que pueden ser modificados. Es una interpretación muy particular de lo
que debió pasar en tu vida, que añade información a esa historia que crees que
eres. Nunca nadie te hizo nada. Todo lo que piensas que sucede es resultado de
tu propia ignorancia y de la ilusión en la que vives. Nunca nadie te hizo nada. Si preguntas a
otros, encontrarás tantas versiones como protagonistas. Por lo tanto, no existe
algo que sea mi realidad particular. Mis padres me dieron la educación que
ellos consideraron que era la mejor que podían ofrecerme. Lo hicieron desde el
amor. La interpretación de lo que sucedió es exclusivamente mía. Cuando me
empodero, puedo cambiar lo que me sucede.
Ahora bien, ¿Cómo se reproducen esas
historias o patrones en nuestras vidas? Entendamos que somos como un ordenador.
Cuando despertamos, cuando entramos en consciencia al levantarnos en las
mañanas, nuestra mente se resetea, y sube a la memoria todo aquello que creemos
que forma parte de nuestra vida. En milésimas de segundo, me digo mi nombre,
edad, quien creo que soy, lo que creo que tengo, etc. Y desde allí continúas
contándote la historia que siempre te has contado, donde el nuevo día sirve
para añadir un nuevo capítulo a tu drama.
Lo mismo sucede con todos los demás. Cada uno se resetea al despertar, y
luego, entrelazamos las historias, para formar un relato compartido de familia,
grupo, trabajo, etc., donde nos sentimos participes. Cada uno interpreta al mundo de la forma
diferente, tal como lo ves, no como realmente es.
En mi caso, si yo adopto la
personalidad del “niño bueno” iré sumando diariamente todos aquellos actos que
coincidan con aquello que creo, acorde a mi sistema de pensamiento. ¿Qué pasa
cuando ese sistema de pensamiento falla? Entramos entonces en un quiebre, o
buscamos de reinterpretar lo que ocurre de acuerdo a nuestra historia; escudriñamos
nuevas explicaciones; pero siempre intentamos que mantengan la base de nuestras
creencias.
Si una creencia que hemos desarrollado
en nuestra vida, es por ejemplo la escasez, sin importar que estemos frente a
una mina de diamantes, solo veremos limitación, carencia y penuria. Pero, esa
es nuestra mirada, no la apreciación del otro.
Por lo tanto, si fuéramos capaces de cambiar nuestra interpretación,
podríamos entender que estamos frente a un sinfín de posibilidades.
La historia que nos contamos también
afecta nuestro cuerpo. Nuestros dominios
básicos están entrelazados, es decir, cuerpo, emoción y lenguaje se conectan e
integran. Todo aquello que sucede en nuestros dominios emocionales y
lingüísticos, se manifiesta en nuestro cuerpo. De allí que nuestra biografía
determine nuestra biología, como bien lo menciona Caroline Myss. Podemos decir,
sin temor a equivocarnos, que todo lo que sucede en tu cuerpo es resultado de
tus pensamientos, creencias, juicios y patrones. Por lo tanto, cuando te
sientas limitado, pregúntate, ¿Qué me limita?
De allí que sea posible alcanzar de
nuevo nuestro equilibrio, si asumimos el poder de cambiar esos pensamientos que
limitan nuestra vida. No solamente desde el punto de vista mental y emocional,
sino inclusive desde el punto de vista corporal. El poder que tiene nuestra mente es infinito,
inclusive puede mover montañas si nos lo proponemos.
La realidad es neutra. Es una frase
que me encanta. Nada sucede en tu
contra, no hay nada que sea a tu favor o en tu contra en esta vida. Son tus
interpretaciones las que les conceden ese matiz o ese color. Si podemos entender que lo único que nos agobia
es aquello a lo que le damos permiso, entonces nuestra vida dará un giro de 180˚.
El desarrollo
de nuestra inteligencia emocional, es un compromiso que debemos adquirir con
nosotros mismos, para hacernos diestros en el manejo de nuestras emociones,
reconocerlas y procesarlas. Las emociones son naturales, y como seres vivos,
las sentimos. No hay emociones buenas o malas. Cada una de ellas representa mecanismos
de acción para enfrentar determinadas situaciones. Entenderlas y aceptarlas es necesario, a fin
de poder reaccionar apropiadamente, y manejar la energía involucrada en dicha
emoción. No olvidemos que esas energías
afectan nuestro cuerpo de diferente manera, generando desequilibrios en diferentes
sistemas. El cuerpo funciona de forma integral u holística. Si aprendemos a
manejar las emociones, seremos capaces de sanar y limpiar aquellas energías que
nos afectan.
Cambiando
nuestra mirada, limpiando nuestra mente de juicios y creencias limitantes,
mejorara de forma inmediata la forma cómo nos sentimos. Es parte de la higiene
mental que debemos hacer a diario. Una
meditación en silencio nos ayuda a sacar aquellas creencias inconscientes,
llevarlas hasta nuestra consciencia y trabajarlas. Si no podemos hacerlo
acudamos a profesionales que nos ayuden como un coach o un psicólogo. Pero sobre todo, recordemos que la realidad es
neutra y que lo que creemos que pasó, en realidad nunca sucedió.
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