¿Cómo me hago cargo de mis emociones?
¿Por qué no soy capaz de mostrar lo que siento, lo que me duele, lo que me preocupa? ¿Por qué me cuesta expresarme?
¿Cómo manifiesto aquellas emociones que me cuesta expresar? Un te quiero, perdóname, gracias. ¿Cómo me conecto con el otro cuando necesito su cercanía, su contacto?
Cuando somos incapaces de mostrar nuestras emociones estas se transforman y se convierten en miedo, en rabia, en tristeza, depresión, culpa, vergüenza, obsesión. ¿Cómo puedes hacerte cargo de aquello que necesitas para sanar?
¿Qué es lo que esperan los demás de mi? ¿Cuantas veces tengo que cubrir las necesidades de los demás? ¿Cuándo voy a pedir que me apoyen, que me quieran, que me ayuden?
¿Cuándo voy a ser capaz de decir cómo me siento, y reconocer que soy lo más importante en mi vida? Por qué es tan difícil. Es realmente duro, o simplemente no he aprendido a hacerme cargo de mis emociones, de mi vida, de mis propias necesidades.
Si queremos un mundo sano, si queremos un mundo en donde prive el respeto y la armonía, tenemos que reconocer nuestras emociones y reconocer el poder que tienen ellas sobre nuestro estado de ánimo. Estar emocionado o sentir una emoción no es bueno o malo, simplemente es algo completamente normal. Desde el punto de vista químico son un grupo de hormonas que actúan en tu cuerpo y afectan tu percepción de la realidad. Este cambio en la percepción de la realidad modifica la forma como ves el mundo y tu interpretación del mismo. Así se generan inquietudes, que muchas veces cuando no son manejadas apropiadamente, se convierten en situaciones que se salen de control.
¿Qué hacer cuando sientes esas emociones tan intensas? Simplemente debes aprender a manifestarlas, de la forma más apropiada posible. Y entender que pueden aparecer en tu cuerpo, en tu mente, algunos miedos que te enfrenten con tu sentimiento de vulnerabilidad, y te conectan con debilidades y situaciones incomodas. ¿Qué hacer entonces?
En este caso, ¿debes ocultar tus emociones? ¿Debes manifestarlas? ¿Te hace sentido? ¿Qué pasa cuando las ocultas? ¿Qué sucede en tu cuerpo? ¿Qué sucede con la emoción? Simplemente cambia, se va transmutando, y si no es atendida, se convierte en una emoción que necesita más atención, hasta que le haces caso y puedes tomar acciones relevantes.
Sentir las emociones es algo completamente normal. Reconocer las emociones es entender que las mismas afectan de una u otra manera tu vida, en tus diferentes dominios. Es necesario darse cuenta que debes aprender a sentirlas, a expresarlas, y muchas veces a canalizarlas. En una sociedad contaminada como la que vivimos, existen modelos sociales de cómo reaccionar ante una emoción, cómo manejar las emociones como un drama irresoluble, cuando la verdad es que las emociones como todo lo que es mental, tarde o temprano desaparece, o simplemente cambia. Estamos acostumbrados a buscarle explicaciones a todo para seguir manejando una realidad que no existe.
Si alguien te deja de querer, pues simplemente eso pasa, no debe afectar tu realidad más allá del sentimiento de sentirte abandonado o solo. Esa emoción es pasajera. Ese sentimiento es una construcción mental que hemos hecho y que de alguna manera tiene que ver con nuestra forma de mirar el mundo. Creemos que somos dueños de la vida de los demás, y obramos en consecuencia. Nos sentimos responsables de lo que le sucede a otro que creemos nos pertenece.
Hace mucho tiempo, Buda escribió sobre las cuatro verdades, y en la primera de ellas expresó: Existe el sufrimiento (Dukkha). Pero, ¿Qué produce el sufrimiento? Nuestra percepción de la realidad asociada con el deseo, el apego y la aversión. En esas tres cualidades Buda dibujó las razones que generan el sufrimiento. Y ellas se mantienen a lo largo del tiempo.
Pero, ¿qué es el Sufrimiento? Para mí, la palabra sufrimiento tiene que ver con la diferencia entre lo que pensamos que debe ser y lo que realmente sucede. Esa diferencia genera una brecha que debemos llenar de alguna manera. Y normalmente la llenamos con pensamientos que nos afectan desde el punto de vista de lo que creemos que sucede.
Sin embargo, si tan solo imaginamos que estamos en un sueño, y de repente despertamos del mismo, encontramos una realidad diferente. Supongamos que en el sueño estamos discutiendo con alguien, y sucede que despertamos muy molestos, pero cuando entendemos que estábamos soñando, simplemente nos causa mucha gracia la situación.
¿A qué se debe esto? Simplemente a que despertamos a la realidad. No estaba pasando nada, fue nuestra mente la que construyó la situación, la cual no existió nunca, solo fue obra de nuestra imaginación.
Nos han dicho por ejemplo que tenemos nuestras propiedades, nuestros hijos, nuestra familia, nuestros hermanos, etc. Un montón de cosas nos pertenecen. Y ¿qué sucede? Pues que todas esas cosas o conceptos se convierten en extensiones de nuestra vida. Nuestra identidad se extiende, formando nuestra historia. ¿Qué sucede cuando algo de eso cambia o desaparece? Sentimos que nos han quitado algo que era nuestro y nos duele. Perdemos una parte muy valiosa de la identidad que nos hemos construido. ¿Cómo expresamos ese dolor? Depende de cómo lo afrontemos; puede ser una rabia, una tristeza, o miedo a perder lo demás. O también podemos llenarnos de emociones aprendidas como la culpa, la vergüenza, la frustración, la ansiedad, la preocupación, las obsesiones, etc.
¿Cómo podemos despertar de ese sueño tan profundo en el que estamos inmersos? ¿Cómo entender que la realidad es completamente neutra, y que los colores de la misma se los colocamos somos nosotros? Cómo darnos cuenta de que no hay bueno o malo, que esa clasificación la hemos inventado de acuerdo a nuestra conveniencia. Cómo entender que lo que sucede tiene un sentido, y ese sentido tiene que ver con la expansión natural del Universo. Si entendemos que esa expansión se lleva a cabo queramos o no, podemos elegir vivir con alegría y en el disfrute pleno. No hay manera de evitar que el Universo se comporte como lo hace. Entonces ¿qué sentido tiene que nos ocupemos pensando en que podemos cambiarlo?
Cada uno de nosotros maneja su vida, de acuerdo a como aprendió a vivirla en algún momento. Pero, la buena noticia es que, esos aprendizajes pueden cambiar en el tiempo y eso es lo importante. Cuando somos capaces de ver el mundo con nuevos ojos, nuestra vida cambia completamente. Cuando somos capaces de vivir desapegados y sin mayores deseos, nuestra vida fluye como el rio y disfrutamos el paseo. Cuando somos capaces de ver el mundo correr sin aversión, podemos vivir con alegría y amor.
Las personas que aparecen en nuestra vida, son parte de la experiencia. Comenzando por nuestros padres que nos abren las puertas de este mundo, así como cada una de las personas que tienen contacto con nosotros a lo largo de nuestra estadía en este plano. Cada experiencia encierra un aprendizaje, aun cuando no sepamos cual es. Nuestro tarea es disfrutarla y aprender de ellas.
Asimismo, muchas veces aprendemos cosas que tenemos que soltar para ser felices, y nos toca entregar todo a la voluntad divina, aunque no podamos entender lo que sucede. Ojala en el proceso podamos pedir al Universo un poco de esa inteligencia que permita conectarnos y ser felices a lo largo del viaje de retorno a la fuente.
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