LO NATURAL ES EL CAMBIO.
Hablamos del cambio como un proceso
que vemos a lo lejos. Pero el cambio es natural. Estamos inmersos en él. De hecho,
podemos decir que vida es sinónimo de transformación constante.
Existe la ilusión de que la vida es estática
cuando la observamos desde nuestra mente, creyendo que existe algún viso de permanencia.
Pero mientras creemos que el cambio está detenido, nuestras células siguen
naciendo, fluyendo y muriendo, moviéndose a lo largo del flujo sanguíneo, o en nuestro
cuerpo linfático. Todo depende del
observador que decidimos ser, si estamos asociados o disociados de nuestro
cuerpo. Cuando como observador, nos disociamos de nuestro cuerpo y de la
realidad en la que estamos inmersos, podemos pensar que existe algo que dura
por algún tiempo, lo cual definitivamente es una ilusión. Cuando estamos asociados en el cuerpo, con lo
que sucede, vamos cambiando moviéndonos en la corriente de la vida, sintiéndola
cambiante y retadora. Nos asociamos con la respiración, al reconocer ese
espacio de vida que nos pertenece y al conectarnos con lo que nos rodea a través
de la inhalación y la exhalación. Nos disociamos al vernos alejados del cuerpo,
desde lo que pretende ser nuestra torre de control, es decir, nuestra mente.
Nunca dejamos de
transformarnos. Aceptar ese cambio es lo
que nos lleva a admitir que somos polvo de estrellas y agua, mezclados en una
argamasa flexible a lo largo del tiempo.
El tiempo, como dice el I-Ching es
lo que necesita lo creativo para que sus ideas se conviertan en realidad. También nos dice el Tao Te King que lo
creativo se une a lo receptivo (el yang en el yin), para dar lugar entonces a todos
los seres que componen la creación. Y como somos hijos de Dios, a su imagen y
semejanza, tenemos la capacidad de crear, es decir, podemos generar nuevas
posibilidades en nuestra vida con solo desearlo. El poder de nuestros pensamientos es tal, que
literalmente pueden mover montañas. Lo importante
no es lo que pensamos, sino el poder y la energía que le damos a lo que
pensamos.
Durante la vida nos enfrentamos a amenazas
externas e internas. A esas amenazas las llamamos noxas. Cuando son externas,
pueden ser resultado de un accidente, un golpe, una caída, un ataque, etc. Sin
embargo, existen también las noxas internas, que son nuestros pensamientos
convertidos en emociones, que para sobrevivir, necesitan consumir la energía de
los distintos órganos, generando desequilibrios en nuestro sistema, que lleva a
estados energéticos que denominamos enfermedades, que nos hacen sentir
diferente o mal. Debemos aprender a reconocer cuándo esos estados internos están
afectando de manera que generan esas perturbaciones innecesarias.
En este último caso podemos repetir
aquella frase que dice que: “lo que la mente calla, el cuerpo lo grita”. El
cuerpo manifiesta aquello que no logramos expresar apropiadamente. ¿Cómo reconocemos
lo que nos afecta? A través de dolores, tensiones, falta de movilidad, patologías,
etc.
Es importante reconocer nuestro paso
por las distintas etapas de nuestra vida. Algunas nos llenan de emociones
positivas mientras que otras nos enfrentan a limitaciones que no queremos
aceptar. Pero parte de la vida, y
sobretodo de la madurez, consiste en admitir que pasamos por distintas etapas,
cada una con su debida importancia.
Cuando el rio es joven está cerca de
la fuente, es pequeño, su corriente es débil pero animada. Conforme va
creciendo y llenándose de energía, se va convirtiendo en un rio con fuerza,
caudaloso, capaz de cambiar la dirección por donde circula, siempre moviéndose hacia
el mar. Cuando está a punto de desembocar, se convierte en un ancho rio, más
suave, amplio y tranquilo listo a fundirse con el todo, que es su destino, para
luego regresar a través de las nubes en un nuevo proceso de creación y muerte
continuo, constante y cambiante.
Así somos nosotros. Haciendo un símil
con el río, cuando somos jóvenes tenemos esa fuerza y el deseo inmenso de
crecer, hacer y descubrir cosas que nos llenen, para pasar luego por una etapa
en donde probamos muchas de ellas, reconocemos aquello que nos gusta, y luego avanzamos
por el camino de la búsqueda de quiénes somos y a dónde vamos, buscando llenar
nuestra vida de distintos valores, a los cuales cada uno, le conceda más
importancia: el amor, el orgullo, la esperanza, la abundancia, la felicidad,
etc.
Nuestro crecimiento y desarrollo
tiene que ver con reconocer aquello que queremos alcanzar, se puede decir que sería
nuestro propósito de vida, de acuerdo con lo que nos toca vivir, es decir, de
acuerdo con el sentido de nuestra vida.
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