LA IMPORTANCIA DE NO TENER LA RAZÓN.
Mucho se nos ha enseñado acerca de
la importancia de tener la Razón, y además, de defenderla. Nos creemos dueños
de la verdad, cuando algo en lo que creemos se cuestiona, y somos capaces de
batirnos en un duelo de palabras, de golpes y hasta de balas por defender un
punto de vista.
Pero qué tal si entendemos la
importancia de NO tener la razón. Cuando
entendemos que NO tenemos la razón, somos capaces de escuchar atentamente las
explicaciones del otro, para apreciar su punto de vista. Esa escucha
consciente, esa verificación constante
de lo que se nos dice y de lo que entendemos; la indagación del tema, permite
ver el punto de vista del otro desde variados ángulos. Definitivamente, esto abre posibilidades,
porque entonces, somos capaces de enriquecer nuestra mirada con nuevas maneras
de ver y entender la realidad. Cuando hacemos esta escucha consciente, no
desautorizamos al otro con nuestra opinión particular, sino que buscamos de
entender su punto de vista.
NO tener la razón nos permite
cuestionar nuestros puntos de vista, y entender otras interpretaciones. Será difícil apreciarlas, a menos que las
escuchemos con humildad y atención, y seamos capaces de comprender qué es lo
que el otro está tratando de decirnos. Esto nos obliga a generar conversaciones
que permitan establecer puntos en común y posibles alcances. El secreto de
estas conversaciones es la búsqueda del bien mayor, de un mejor entendimiento y
puntos en común.
Interpretamos la realidad de acuerdo
con nuestros aprendizajes. Cada uno de ellos es muy particular y depende de sus
propias historias. Existen tantas
historias en el Universo como seres que la habitan. Por lo tanto, cada ser puede tener una interpretación
válida de su realidad, de acuerdo con lo que aprendió. Lo atractivo es como cada una de esas
interpretaciones enriquece nuestras posibilidades y puntos de vista.
Por otro lado, también se nos ha
enseñado que hay que buscar el éxito a toda costa, y evitar el fracaso. Pero cómo es posible hacerlo, si lo más
probable es que tengas que fracasar muchas veces para alcanzar tus objetivos.
Fracasar no tiene nada de malo si lo
ves como un aprendizaje y no como un error irremediable. Muchos hemos aprendido que fracasar es malo,
pero cuando entiendes que para alcanzar el objetivo, muchas veces tienes que
equivocarte hasta que puedas hacerlo verdaderamente bien, entonces cada intento
cuenta.
Por ejemplo, en artes marciales como
el Taichí, la repetición constante es el secreto del aprendizaje. Cuando haces un esquema, ya sea frente al
maestro o Sifu, o por cuenta propia, siempre estás viendo donde puedes mejorar,
y buscas la forma de hacerlo cada vez mejor.
Es posible que para aprender los movimientos de un esquema de Taichí te
tardes un año. Perfeccionarlo, requiere de un trabajo constante que puede
llevarte toda la vida. ¿Cada vez que lo haces y necesitas o te sugieren una corrección,
es un fracaso, o es un paso hacia la excelencia?
La sociedad nos ha acostumbrado a la
satisfacción inmediata, a buscar soluciones mágicas y a querer alcanzar las
metas con facilidad. Cuando vemos la
realidad, eso para nada sucede. Las metas se alcanzan con perseverancia, paciencia
y mucha dedicación.
Equivocarnos no nos hace ni mejores
ni peores. Nos permite aprender, si somos capaces de aceptar esa experiencia
como una forma de enseñanza y crecimiento.
Por otro lado, tan solo por un
instante imaginemos que somos capaces de deslastrarnos de la necesidad de tener
la razón. Te imaginas el peso que nos
quitamos de encima, y la forma como somos capaces de alivianar nuestra vida. Haz
el intento.
NO tener la razón muchas veces te
puede traer más beneficios que inconvenientes. Tan solo abre tu mente a esa
nueva posibilidad.
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