COACHING ONTOLÓGICO
EL INÚTIL RESENTIMIENTO
¿Qué significa el resentimiento?
Resentimiento viene de Re-sentir, es
decir, de volver a sentir algo. Cuando resentimos, regresamos a ese estado que
generó la molestia en nosotros y lo recordamos inútilmente, trayéndolo al
presente sin que ayude a resolver la situación.
¿Para qué sirve el resentimiento?
El resentimiento no es más que una
excusa para mantenernos pegado a esa sensación de incomodidad y desagrado, que
nos causó una situación determinada, con el cual fundamentalmente no hacemos
nada. Tan solo retornamos con la intención de revivir un evento incomodo, que justifica cómo nos sentimos.
¿El resentimiento nos coloca en el papel de víctima?
Por supuesto que sí. Cuando
regresamos a ese sentimiento le damos poder al otro, y lo hacemos responsable
del malestar que tenemos. No entendemos que los únicos responsables somos
nosotros, y que nadie puede afectarnos, a menos que nosotros lo permitamos.
En ese caso, el papel de victima aparece,
pues para la ella todo está fuera de su control. No puede hacer nada para
resolver la situación. Por lo tanto, siente que no es responsable de lo que acontece,
todo lo contrario, son los demás quienes le hacen algo.
¿Dónde se encuentra ese pensamiento o sentimiento de victima?
Está en nuestra mente. Somos nosotros
quienes creamos ese papel. Nadie te hace nada. Tú lo haces todo. Tú eres quien
permite o no, ser afectado por las acciones del otro. Tú eres quien le da al otro
poder sobre tu vida, y restringe las posibles acciones que puedas tomar.
Cuando estas resentido, se genera un
conjunto de emociones que afectan tu vida como la frustración, la rabia, el
miedo, la culpa, la venganza, etc., las cuales actúan retroalimentando la
molestia y la incomodidad, limitando tu paz interior.
Si no eres capaz de trabajar esa aflicción,
y darte cuenta de que realmente nadie te hace nada, conforme sigas re-sintiendo
traerás el recuerdo vívido de las situaciones a tu memoria, independientemente
del tiempo transcurrido. Lo que es peor, afectaras tu cuerpo y tu mente, de
forma que tarde o temprano esos pensamientos se convertirán en alguna dolencia
o enfermedad.
Cuando tomas la decisión de cambiar,
y decides borrar todos los resentimientos inútiles entiendes que:
1. Lo que viviste fue una experiencia y
como tal lo que pretende es generar un aprendizaje. Nada realmente te puede
afectar, a menos que tú lo permitas. Ese permiso lo otorgas tú, cuando dejas
que tu ego se sienta afectado, y busque responsables.
2. Tienes la opción de vivir la
experiencia y aprender, para luego soltar aquello que no necesitas.
3. Tienes la opción de recordar, y
re-sentir inútilmente la experiencia. Nada hará que eso ocurra de nuevo,
exactamente en la forma en la que paso. Sea lo que sea que haya sucedido, lo
que genera incomodidad, son tus ideas en relación a lo que sucedió y por qué te
sucedió a ti. Indudablemente, eso
implica que tu ego está allí, manifestándose, haciéndote creer que eres alguien
“especial” que merece un trato diferente, por lo cual, dicha experiencia, sea
cual sea, te dejó un sabor amargo.
4. Cuando te empeñas en querer controlar
las situaciones, también aparece el resentimiento. Nadie va a hacer lo que tú quieres, pretendes,
o aquello que percibas es correcto o importante. Cada uno tiene su propio proceso, y lo vive
desde su propia interpretación.
5. Cuando te empoderas con la
experiencia, eres capaz de adueñarte de la situación y convertirte en el
protagonista, es decir, en el dueño del camino de tu vida.
6. Reconocer que tenemos que vivir
experiencias, que están en sintonía con nuestro desarrollo y evolución, y con
el camino que estamos recorriendo, nos ayuda a interpretar las situaciones
apropiadamente.
¿Cómo podemos derrotar el resentimiento?
Para poder vencer a ese veneno que
tenemos en nuestra mente, que genera incomodidad, y sobre todo que afecta
nuestra paz, debemos aprender a perdonar.
Perdonar es entender que aquello que creemos que sucedió, realmente
nunca pasó, y que lo que estamos observando es resultado de nuestra interpretación
de la situación.
Haz la prueba de preguntarle a alguien
por un evento que fue importante para ti, y compara su percepción con la tuya.
Te darás cuenta de que cada interpretación es válida, pero diferente.
Aquí comienza el verdadero trabajo,
porque lo primero que tenemos que aprender es a perdonarnos, ya que la mayoría de
las veces nos hacemos responsables de aquello que vivimos. No es un trabajo fácil,
cuando surgen en la mente conceptos como la culpa, el pecado, etc., que nos apartan
de la posibilidad de disfrutar de un perdón infinito, con el mayor amor del
mundo.
Cuando corregimos la interpretación
de los hechos, nos damos cuenta de que nada paso realmente como lo recordamos,
sino que fue resultado de una interpretación sesgada. En ese momento, reconocemos que detrás de
toda actuación existió una intención positiva, que buscaba de hacer el bien.
Muchas veces, las nuestras actuaciones
y las de los demás, son afectadas por emociones que ni siquiera podemos
controlar, como el miedo, la rabia, la tristeza, ira, preocupación, obsesión, frustración,
culpa, venganza, etc. Por lo tanto, ¿Qué
podemos esperar cuando actúas sesgado por ese tipo de emociones?
A veces es tan fácil de entender,
que resulta difícil de aceptar. Tan solo
cambiar nuestra percepción de la situación, nos hará libres. Imagina el grado de libertad que tendrías, si
puedes disponer de todas tus energías y capacidades para crear verdaderamente,
en lugar de dedicarte a rumear tus desesperanzas. ¿Qué te hace falta para
alcanzar ese estado? Simplemente perdonar.
Cuando te perdonas a ti mismo, demuestras
el inmenso y poderoso amor de Dios que hay en ti.
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