martes, 26 de diciembre de 2023

QUIÉN NO CONOCE SU HISTORIA, ESTA OBLIGADO A REPETIRLA

 



QUIÉN NO CONOCE SU HISTORIA, ESTA OBLIGADO A REPETIRLA.

 

Esta parece una frase apropiada, para explicar lo que estamos viendo en la industria petrolera venezolana, PDVSA, en relación a la firma de acuerdos, con distintas compañías del sector.

 

Por supuesto, es buena noticia, porque de alguna manera implica el aumento de la capacidad de producción nacional a través del uso del capital y la experticia de empresas extranjeras, y como consecuencia, genera un ingreso en divisas, que Venezuela necesita.  Sin embargo, en términos de desarrollo económico, estamos vendiendo reservas al mejor postor, además de la opacidad de dichos convenios.

 

PDVSA fue una de las mayores empresas petroleras del mundo a finales del siglo XX, y consecuencia de una política completamente errada, fue prácticamente desmantelada, al punto que hoy la capacidad operativa de PDVSA está francamente disminuida.  La caída en la producción fue resultado de la paralización y distracción de los fondos de la empresa, hacia otros proyectos de interés político, que no eran cónsonos con lo que debe ser una empresa petrolera que desee competir a nivel mundial.

 

Desde la estrategia de internacionalización de PDVSA que fue cancelada, pasando por la desinversión en todas las áreas, nos encontramos hoy prácticamente en los años 50 del siglo pasado, entregando concesiones petrolíferas, o como se les llama  hoy día, convenios petroleros.

 

En el año 1975 Venezuela hizo una apuesta arriesgada al nacionalizar la industria petrolera.  Muchos pensaron que sería imposible generar lo que empresas como Shell, Exxon, Mobil, Texaco, etc., entregaban en aquellos momentos.  Responsablemente se trabajó en un proyecto que independizó la industria de los vaivenes políticos convirtiéndola así en una tacita de oro de Venezuela.  Acogió en su momento al mejor talento humano, los mejores gerentes, técnicos y empleados de la Industria.  Razón por la cual, Venezuela apoyaba su crecimiento en ese fenomenal bastión.  La ambición de PDVSA llegaba allende nuestras fronteras, por lo que diseñaron un estratégico proyecto de internacionalización que serviría los mercados naturales de Europa y Estados Unidos.  Adicionalmente, cubriendo otras áreas de desarrollo, tenían un equipo de investigación (INTEVEP) cuyo objetivo era desarrollar los bitúmenes de la Faja Petrolífera del Orinoco, zona donde se encuentran nuestras mayores reservas.

 

Por cierto que en los años 90, se realizó la subasta de varias zonas de explotación petrolera, donde incluso accionistas venezolanos tenían opción de participar en la generación de recursos y en la explotación de riquezas del país, bajo la dirección de PDVSA quien mantenía la mayoría accionaria de dichos convenios.

 

Lamentablemente todas estas iniciativas fueron desechadas, y dieron paso a una PDVSA completamente debilitada.  Hoy día, Venezuela tiene situaciones de escasez de gasolina, o de gas doméstico, consecuencia de la desinversión en la industria y la pésima gerencia de los últimos 20 años.

 


Por supuesto que estoy de acuerdo en generar más ingresos al país, pero ojalá los mismos incluyan transferencia tecnológica, contratación y entrenamiento de mano de obra venezolana y la posibilidad que recuperemos nuestra independencia energética en un futuro cercano.  Los procesos de otorgamiento de licencias que se hacen hoy recuerdan la época de Gómez, López Contreras y Medina Angarita, cuando Venezuela apenas estaba saliendo de una época rural, y además no tenía ni el capital ni la experticia para procesar la riqueza disponible en el subsuelo de nuestro territorio, entregando concesiones a cambio de generosos recursos.

 

Siempre se ha hablado de la conveniencia “estratégica” de que la industria sea de capital cerrado y controlada por el Gobierno.  Hemos visto las consecuencias de esa decisión en los últimos años, de la misma manera como hemos visto el descalabro de empresas como Sidor, Alcasa, Corpoelec, CANTV, Cementos, etc., que han sido manejadas políticamente, en perjuicio de sus propios trabajadores y de la población en general, y en beneficio del gobierno de turno.

 

Vivimos en un país petrolero con constante escasez de gasolina.  El servicio telefónico y de internet deja mucho que desear.  Todavía tenemos fresco en la memoria el apagón nacional a que nos condenó CORPOELEC,  y pare usted de contar.

 

Soy fiel creyente de la libertad de empresa, y las responsabilidades que eso implica. Considero que el gobierno debe hacerse cargo las áreas verdaderamente estratégicas como la Salud, Educación, Justicia, Infraestructura, Seguridad y Defensa.  Las empresas están para producir bienes y servicios, generar beneficios y pagar impuestos.  El doble papel de generar beneficios y ser una empresa pública es contradictorio.  Los resultados están a la vista.

 

Estamos a las puertas de un año electoral, 2024, donde seguro nos van a llenar de propaganda, y van a ofrecer villas y castillos para que creamos que: 1) todo se arregló, 2) lo que viene será mejor.   El que no conoce su historia, está condenado a repetirla.

 

CONTACTO:

 

Mi nombre es Francisco De Lisa.  Trabajo en Desarrollo de Negocios hace más de 35 años.  Me dedico a apoyar, asesorar, entrenar, hacer mentoría y coaching, a individuos, emprendimientos y organizaciones, para generar nuevas oportunidades.  Puedes dejar un comentario al correo francisco@cybernotas.com.

 

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