LA INTOLERANCIA.
La
intolerancia es la resistencia a cambiar la forma de ver el mundo. Es la
decisión que tomas, de oponerte a ver las situaciones de otra manera. Es
quedarse en la imposibilidad de avanzar o solucionar, sin darse el permiso de
ampliar la mirada. Muchas veces esa
intolerancia es aprendida, puede ser inconsciente, viene de tu historia pasada,
y puede ser inclusive irracional. Es simplemente decir no, sin darte permiso de
pensar en la alternativa.
Cuando
somos intolerantes, nos quedamos pegados en situaciones que no sabemos
resolver. Adicionalmente, nos sentimos fuertemente amenazados por las
circunstancias, y como resultado reaccionamos incluso de manera violenta ante
la situación. Son nuestros miedos expresándose sin control.
¿Qué hacer en esos casos?
¿Cómo salir de ese espacio de intolerancia?
Salimos
de allí cuando somos capaces de mirar con amplitud los posibles cambios que
pueden ocurrir. Por supuesto, nuestros
miedos conectan con la parte vulnerable de nuestro ser, que se siente amenazado
ante lo que ocurre, y no sabe cómo reaccionar al evento.
Esta
situación es como si colocásemos unas elevadas barreras de protección a nuestra
zona de confort, y decidimos quedarnos encerrados, defendiendo nuestros puntos
de vista.
Sin
embargo, la tranquilidad está al otro lado del miedo. Aquello que nos preocupa no existe, y abrir
el espacio a la comprensión y al diálogo, nos lleva a apreciar que la vida no
es como la vemos, sino que también ofrece otros matices, aunque tengamos miedo
a mirar esos colores que brillan a la distancia.
Aceptar
la diversidad en la unidad, como un abanico de frescas oportunidades, que
pueden aportar inmensas sensaciones y emociones de aceptación y paz a nuestras
vidas.
Oponer
resistencia a lo que acontece, no podrá impedir que se produzcan los
cambios. Fluir con ellos ofrece la
alternativa de otear más allá de nuestras narices, y de encontrarle otro sentido
a la vida.
Cuestionar
nuestras emociones, resultado de nuestros juicios o creencias, además de ser un
acto de valentía, ofrece un sinfín de oportunidades, que nos permiten crecer.
No es sencillo reconocer esos pensamientos que nos agobian, pero un poco de
contemplación ayuda a conseguirlo.
¿Cómo y cuándo cuestionarte?
Pregúntate
¿qué te limita?, y a continuación trata de ver ¿cómo te sientes? Eso ayudará a
conectar la emoción con el juicio que te impide crecer.
Cuando
estés en ese juicio, reformula ese pensamiento de cara a los nuevos
acontecimientos y situaciones, a fin de encontrarle nuevas aplicaciones.
Ese re-encuadre
de la creencia generará una mirada más amplia que ofrecerá un espacio de crecimiento y desarrollo.
Si
quieres puedo guiarte en ese proceso, para que experimentes esa experiencia de
crecimiento. Solo toma la decisión de hacerlo, contáctame o déjame tu comentario.
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de lo que comenté te hizo sentido, y crees que puedo ayudarte, contáctame por cyber.media.integral@gmail.com.
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