LA FORTALEZA DE SER VULNERABLE.
¿Cómo manejar nuestra vulnerabilidad?
El concepto de vulnerabilidad está
relacionado con la idea de debilidad, o inseguridad. Se nos ha vendido la idea de que ser
vulnerable es malo, o genera ciertos peligros, razón por la cual estamos
luchando en forma silenciosa contra esa idea, y ponemos nuestra energía en el
problema y no en la solución del mismo.
Nos hemos acostumbrado a vivir en una
zona de confort, con un grupo de aprendizajes que si bien han resultado
efectivos hasta este momento, no siempre van a funcionar.
Vivimos en un mundo en constante
transformación, por lo tanto, nada permanece. Tanto las cosas que nos gustan
como las que no, tarde o temprano pasarán, y nos veremos obligados a cambiar,
ya sea que lo hagamos de manera consciente o simplemente la situación nos
obligue a hacerlo.
El cambio genera una situación de
inseguridad, pero en ningún momento la vida nos dijo que era segura. Estas modificaciones generan en nosotros
preocupaciones, y en algunos casos nos conectan con la angustia ante lo que
puede suceder. ¿Qué podemos hacer entonces?
Lo cierto es que muchas veces nos
cuesta aceptar lo que sucede y nos enfrentamos a la necesidad de salir de esa
zona de confort en la que tanto tiempo hemos permanecido. Lo que no entendemos,
es que cuando lo hacemos, ampliamos como consecuencia las posibilidades que
tenemos, y si estamos dispuestos a aprender, tendremos en las manos una mayor
cantidad de herramientas que nos permitirán generar nuevas soluciones a los
problemas actuales.
Sucede también que nos asusta
enfrentarnos al cambio, porque ciertamente tenemos miedo de lo que puede pasar.
Miedo al futuro y a sus consecuencias. Sin embargo, mientras más lo negamos o
nos empeñemos en no verlo, más terminará afectándonos.
Desde el punto de vista personal, vengo
de una generación entrenada para trabajar en empresas, con una serie de
condiciones. En nuestra época, se hablaba de entrar en una organización, y
permanecer en ella hasta jubilarte. Sin embargo, el mundo está cambiando rápidamente;
debido a esa situación, y a que las mismas organizaciones se abren a nuevas
posibilidades, a veces no somos capaces de rendir lo que ellas esperan de
nosotros, por lo cual, nos quedamos fuera del mercado de trabajo.
Realmente lo que preocupa es nuestra
visión de lo que debe ser la realidad, en comparación a lo que encontramos.
Cuando eso no nos gusta, es cuando aparecen nuestros miedos, y con ello el
sentimiento de ser vulnerables.
Ahora se habla con mucha facilidad de
los emprendimientos; sin embargo, eso no siempre fue así. Ciertamente, hay facilidad para iniciar una
empresa y crecer con ella, si se trabaja de forma apropiada. Pero cada economía
tiene sus particularidades, y para ser emprendedor, además de tener un sueño y la
capacidad de asumir riesgos, también es necesario estar preparado, y medir los
resultados, entendiendo lo que eso significa.
Anteriormente, se nos vendía la idea
de que luego de salir de la universidad deberíamos ir a trabajar en una gran
empresa, con la finalidad de aprender, establecernos y permanecer en esa organización
hasta jubilarnos. Por supuesto, el sistema educativo, que al final es un
reflejo de lo que quiere la sociedad, nos educaba para formar parte de esas
empresas u organizaciones. De hecho, aun me acuerdo de un compañero que me
decía cuando estábamos estudiando Física en la Universidad, que existía la
posibilidad de que nos aceptaran en una en particular, y que si eso sucedía,
allí permaneceríamos hasta que nos tuviésemos que retirar. Pues la verdad es que, en la vida, las
situaciones casi nunca, por no decir nunca, son lineales. Las situaciones
cambian, y a aquello que esperábamos que sucediera, lo más probable es que
suceda pero de manera distinta.
En aquel momento, era irreverente
pensar de forma diferente. De hecho, buscar
otros horizontes, tal como lo hice en algún momento, cuando considere que
necesitaba un cambio, fue visto como una locura por muchos de mis compañeros.
De tener una posición estable en la Universidad, a simplemente no tener
trabajo, era no solo impensable, sino hasta un poco demente. Quizás me equivoco, pero siento que hasta me
segregaron en ese momento.
Luego comenzó mi periplo por algo que
abracé como una aventura y me llamó la atención, desde aquellos días de mi
crisis en Mérida. Y eso era la economía y los negocios. Me fascinaba la idea de
la economía, es más trataba de devorar todo lo que conseguía para poder
aprender un poco más. Incluso, estuve a punto
de comenzar a estudiar economía, pero opte por una solución un poco más convencional,
y esa fue hacer una Maestría en Administración.
Por supuesto, para mí fue un cambio del cielo a la Tierra, pues viniendo
de una preparación muy estructurada como la Física, pasé a una formación
diferente que era el estado del arte de cómo se hacían las cosas en aquellos
momentos. Este postgrado me dio la posibilidad de avanzar y encontré un empleo
ideal para mí, en aquel momento, que me daba la oportunidad de trabajar con la tecnología
y las empresas. Esos fueron los convulsionados finales de los ochenta y
primeros cinco años de los noventa, en donde los cambios políticos, sociales y
económicos en el país estuvieron a la orden del día. Cada día nos despertábamos
con nuevas noticias de cambio y transformación.
En ese convulso ambiente decidí
atreverme a emprender, tomando la decisión de hacerlo desde una posición, que
en algún momento pensé que era consciente, pero creo que al final fue llevado
de la mano de las circunstancias, de mi estado de consciencia, y de algunos de
mis miedos. Eso me llevó a trabajar casi
por 24 años en emprendimientos directos, con éxitos, fracasos y muchos
aprendizajes. Durante esa experiencia me
di cuenta de que ciertamente, hay muchas cosas que no te enseñan en la escuela,
y que necesitas aprenderlas, incluso a veces de la forma más dura.
Finalmente luego de tanto tiempo, y
debido a las conocidas razones económicas, pensé que lo mejor era cerrar las
operaciones y dedicarme a hacer algo que me apasiona que es enseñar. Además, me
conseguí con este maravilloso arte del coaching, que me encanta, y me da la
posibilidad de hacer contacto con muchas personas desde una privilegiada posición
de escucha, que puede ofrecer miradas diferentes y ayudar a desarrollar un
negocio u organización.
Y es aquí donde me encuentro. Desde
esta mirada, un poco más amplia que la que tenía hace unos años, y mucho más
que la que tenía cuando comenzó toda esta aventura. Y lo que es más importante, siento que aún me
falta mucho por aprender.
Toda esta historia es con la finalidad
de mostrar que, ciertamente, cuando tomé algunas de estas decisiones, me sentí vulnerable.
Muchas veces sentía que saltaba al vacío, en ocasiones sin paracaídas. Sin embargo,
me atreví, en cada caso a trabajar mis miedos. A enfrentarlos.
Definitivamente, la vulnerabilidad
tiene que ver con mostrarte tal como eres, y usar todas tus herramientas para
enfrentar la situación que te preocupa. Es
posible que tomes una decisión equivocada, pero es necesario tomarla, aprender,
y si necesita ser corregida más adelante, podrás hacerlo sin inconvenientes.
No existen garantías. No existe
seguridad. Todo puede pasar. Todo es posible. Hoy sigo emprendiendo de muchas
maneras, tratando de descubrir nuevas posibilidades en todo lo que existe.
Como hemos dicho, cuando nos
acostumbramos a ver la realidad de una manera en particular, dejamos de ver otras
oportunidades de mejora. Donde dirigimos la atención, enfocamos las
posibilidades. Por lo tanto, si no somos capaces de ver otras alternativas, lo más
probable es que veamos siempre las mismas respuestas, y como ya no funcionan,
nos parecerá que nos están engañando. Pero no es así. Simplemente dejaron de
ser válidas en un momento dado, y ahora son respuestas obsoletas a la situación.
¿Qué hacer en esos casos? Pues
simplemente tratar de cambiarse el sombrero y comenzar a pensar de manera
diferente. Nos toca buscar nuevas interpretaciones de los mismos hechos, que
posiblemente nos puedan llevar ante nuevas alternativas, para resolver los
problemas que nos agobian. Es parte del
devenir de la vida.
Cuando somos capaces de ampliar
nuestras interpretaciones de la realidad, se puede decir que alcanzamos un
estado de consciencia más elevado. ¿Qué es lo que cambia en ese nuevo estado de
consciencia? ¿Cambia la realidad? ¿Cambia la forma como interpretamos?
Ciertamente, esto último es lo que
cambia. Nuestros juicios y creencias
determinan la forma como interpretamos la realidad. Si podemos modificarlos, reencuadrarlos,
variar, transformar, lo más probable es que encontremos nuevas respuestas a los
mismos problemas, o podríamos decir, a los viejos problemas.
Eso lo que sucede con las nuevas
generaciones. Simplemente tienen formas diferentes de ver las cosas, ya que la
realidad sigue siendo la misma. Por eso, es que son capaces de adaptarse, puesto
que es probable que sus creencias sean diferentes, por la forma en que se educaron,
aprendieron, etc., y ven el mundo de manera distinta.
Finalmente, ser vulnerables significa
darnos cuenta y aceptar que no sabemos. Eso nos permite entrar en la escalera
del aprendizaje de Virginia Satir; estamos en el segundo peldaño, cuando: sé
que no sé. En términos de la gráfica, estamos en el estado de incompetencia
consciente. De allí en adelante, avanzar depende de nosotros. Hacer lo que haga
falta para poder llegar al nivel de competencia inconsciente. Pero ese es otro
tema.
PREGUNTAS:
¿Sientes que tus creencias te limitan?
¿Cómo has reaccionado ante los cambios
en tu vida?
Por ejemplo, ¿Qué aprendiste en la
Pandemia?
CONTACTO:
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